José M. de Areilza - MONNET & CO.

Trump, tarde pero mal

Los ciudadanos le penalizan por dar bandazos sobre la reapertura de la economía

El presidente Donald Trump EP
José M. de Areilza

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Muchos líderes han reaccionado tarde a la crisis actual. Aún así, han subido en las encuestas, al pedir unidad y situarse por encima de ideologías y luchas partidistas. Se han beneficiado también del acto reflejo de muchos ciudadanos que apoyan a sus gobiernos en momentos de grandes dificultades.

Sin embargo, en Estados Unidos son los gobernadores los que en su mayoría han llamado a la concordia y han ganado popularidad en esta situación adversa, con más de un millón de contagiados y 60.000 fallecidos. Donald Trump no reaccionó a tiempo y negó la envergadura de la crisis todo lo que pudo. Su popularidad mejoró un poco a principios de abril, pero en estos días cae en las encuestas. Los ciudadanos le penalizan por dar bandazos sobre la reapertura de la economía, seguir en la pelea en el barro con los demócratas, insultar a diestro y siniestro con sus tuits, llamar a la rebelión contra los gobernadores, recomendar medicinas no probadas y opinar que tal vez el desinfectante podía prevenir el virus. Ahora declara culpables a China y la OMS para fidelizar a su base electoral. Su estilo de liderazgo basado en la transgresión y el choque, astuto y efectivo en momentos de normalidad, no funciona en una emergencia que requiere serenidad, elevarse por encima del ruido y poner a los científicos en el centro de la toma de decisiones. Nadie sabe lo que ocurrirá en las elecciones de noviembre, pero está claro que el presidente más temperamental que se recuerda no ha aprovechado la crisis para mejorar su popularidad. Con el socavón económico comparable al de la Gran Depresión, parece difícil que se recupere en las encuestas.

Ayer por primera vez en un mes Trump salió de la Casa Blanca. Pero no lo hizo para visitar un hospital, sino que se trasladó a Camp David a pasar el fin de semana. Franklin Roosevelt creó este refugio presidencial para descansar contemplando los Apalaches. Lo llamó Shangri-La, evocando el mítico lugar paradisiaco en el Himalaya, un lugar celestial para aislarse de las preocupaciones y olvidar lo que ocurre en Washington.

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