José M. de Areilza - MONNET & CO.
La tercera crisis europea
No sirven las medidas tímidas, aunque sean bien intencionadas, si no convencen a los mercados
en los últimos diez años la Unión Europea se ha tenido que enfrentar a tres crisis gigantes, provocadas por el mal diseño de la moneda común, la avalancha migratoria y, ahora, el coronavirus. De las dos primeras ha salido con profundas divisiones entre sus Estados miembros, unas instituciones comunes más débiles y partidos anti-europeos al alza en cada rincón de su territorio. La pandemia en expansión es a la vez una crisis sanitaria y una crisis económica y llega a nuestro continente cuando todavía no se ha repuesto de los tsunamis anteriores.
Sin embargo, algo hemos aprendido en estos años de las amenazas existenciales. Muchos de los instrumentos para combatir las nuevas emergencias son nacionales o regionales. Pero en los momentos de excepción no sirve la táctica de culpar al otro y escurrir el bulto. Es un error diagnosticar un problema paneuropeo como algo que le pasa solo a los países por ahora más afectados. Tampoco sirven las medidas tímidas, aunque sean bien intencionadas, si no convencen a los mercados. El Banco Central Europeo ha renunciado a bajar los tipos, algo que sí han hecho la Reserva Federal norteamericana y el Banco de Inglaterra. Su acertada alternativa de inyectar liquidez y facilitar el trabajo de los bancos en cambio ha pasado desapercibida.
En la Comisión se empieza a dudar sobre el liderazgo de Ursula von der Leyen, muy atenta en cuidar su propia imagen. La UE carece de una política fiscal propia y un presupuesto de envergadura y flexible con el que poder afrontar la situación, pero su margen de actuación político y regulatorio es muy amplio. El último Consejo Europeo, celebrado en formato telemático, retrató el miedo y el retraimiento de nuestros dirigentes, aún más distantes de la realidad desde sus pantallas.
Angela Merkel y Emmanuel Macron sí han intervenido con decisión y aplomo ante sus poblaciones, pero deben levantar la vista e impulsar un plan europeo. Los 27 socios compartimos economía, libre circulación de personas, y sobre todo, un modelo de sociedad abierta y unos mismos valores democráticos. Es hora de defenderlos entre todos.
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