José M. de Areilza - Monnet & Co.
Frenar la crisis alimentaria
Mario Draghi se ha convertido en un líder europeo de referencia, que mira más lejos que el resto. En el año que le queda al frente del gobierno de Italia —presentarse a las elecciones en principio no es lo suyo— busca aportar soluciones para acortar la guerra de Ucrania y mitigar sus consecuencias
Mario Draghi se ha convertido en un líder europeo de referencia, que mira más lejos que el resto. En el año que le queda al frente del gobierno de Italia —presentarse a las elecciones en principio no es lo suyo— busca aportar soluciones para acortar la guerra de Ucrania y mitigar sus consecuencias. Ha tomado la iniciativa de proponer a Vladimir Putin medidas que frenen la crisis alimentaria global en ciernes, ya que su ejército controla los puertos del Mar Negro e impide la exportación de grano desde el país invadido. El político italiano señala con razón como este bloqueo está dañando a países en vías de desarrollo, en especial en el continente africano, y producirá más pronto que tarde una catástrofe humanitaria y una oleada de inmigración descontrolada hacia Europa. La ruptura de las cadenas de suministro, los problemas del transporte marítimo o la inflación al alza añaden todavía más complejidad a este asunto.
Pero Putin no está dispuesto a modificar ni un ápice su brutal guerra de debilitamiento gradual del país vecino, sin reparar en el coste de vidas humanas. Ha contestado a Draghi con una solicitud de rebajar las sanciones económicas y financieras de la UE contra Rusia y así poder comprar el abundante grano ruso. Se trata de un portazo del autócrata a un antiguo socio cercano. El italiano no se arredra, sabe que ha hecho lo correcto y además ha introducido este asunto en la lista de prioridades de Bruselas. Las instituciones europeas han dado muchas pruebas a lo largo del proceso de integración de que saben gestionar con éxito los asuntos económicos, a veces a través de un método de prueba y error. Draghi fue el héroe de la crisis del euro, al conseguir que el BCE mutase en garante de la estabilidad financiera, en tiempo record y sin tener que reformar los tratados. Pero la guerra de Ucrania es un test mayúsculo para todos los dirigentes comunitarios . Nadie sabe a estas alturas si la Unión sabrá dar el siguiente paso y dotarse a tiempo de capacidades para abordar con eficacia retos geopolíticos.
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