José M. de Areilza - MONNET & CO
Bruselas, tenemos un problema
Desde hace décadas existen elementos federales en la integración
Un viejo catedrático de Boston empezaba sus clases de negociación contándonos esta historia, vivida durante la Segunda Guerra Mundial a bordo de un bombardero: en una misión se incendió un motor y uno de los dos pilotos se volvió hacia el que estaba situado más cerca del fuego y le dijo, «tienes un problema». Es lo que ocurrió en las primeras semanas de la crisis del Covid-19, con la negativa miope de algunos gobiernos a reconocer la amenaza sobre toda la economía y el bienestar europeos. El mercado interior y la moneda común dejarán de funcionar si no se ayuda a fondo a Italia y España a salir de una situación catastrófica. Por fortuna, tras el Consejo Europeo de esta semana el plan de recuperación propuesto por España es la base de los próximos debates. El giro más importante ha tenido lugar en Alemania, donde Angela Merkel ha pedido a su parlamento pensar en Europa y actuar de modo conjunto. La canciller tiene muy presente que la Unión no puede ser un juego de suma cero.
Por el contrario, debe inspirar sus acciones en el ideal de la prosperidad compartida, que vertebró la Declaración Schuman de 1950 y los primeros pasos de la integración, llenos de trascendencia histórica. La discusión entre préstamos o transferencias se saldará con un acuerdo pragmático -ninguna política comunitaria se hace sin condicionalidad. Pero la balanza parece inclinarse hacia el salto federal, con el presupuesto europeo como instrumento preferente y posible palanca para la emisión conjunta de deuda. No hay que dramatizar esta decisión: desde hace décadas existen elementos federales en la integración, como los principios que vertebran el Derecho de la UE o la toma de decisiones por mayoría. Emmanuel Macron apoya el europeísmo lúcido de Merkel, consciente de que España e Italia han sufrido mucho más que otros estados miembros. Las próximas semanas serán cruciales para dar forma al plan de recuperación y pactar su encaje jurídico. El aprendizaje de la crisis de 2008 debería permitir encontrar fórmulas flexibles, con el objetivo de fortalecer la idea de Europa como espacio de solidaridad.