Johnson y Von der Leyen no logran sacar la negociación del atasco
Johnson llegó a Bruselas diciendo que ningún «premier» podría aceptar las líneas rojas que plantea la UE para un tratado de libre comercio
El primer ministro británico viajó ayer a Bruselas para cenar con la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen . Los primeros detalles, incluyendo el hecho de que prefiriese utilizar el avión en lugar del más ecológico tren que atraviesa el túnel bajo el canal de La Mancha, ya daban a entender que no había muchas posibilidades del llegar a un acuerdo. Fuentes diplomáticas europeas insistieron en que el objetivo de este encuentro era únicamente tratar de identificar los puntos más importantes que impiden a los británicos aceptar las condiciones europeas, para centrar en ellos las posibles soluciones en los próximos días, en un intento de encontrar una solución «in extremis» antes del fin de año.
Johnson llegó al edificio Berlaymont, la sede de la Comisión, poco después de las 8 de la tarde. Con la presidenta del ejecutivo comunitario posaron para los fotógrafos antes de retirarse a una sala de reuniones con sus principales asesores para una discusión de media hora. Después subieron a cenar al piso 13 donde les esperaba un menú de tres platos y una discusión muy redundante sobre los mismos asuntos que están pendientes desde hace meses. No se descartaba que en el mejor de los casos, se reanudarían hoy las negociaciones entre los equipos que presiden Michel Barnier por parte europea y David Frost en el lado británico.
Sin embargo, las posibilidades de que este plan tenga éxito son bastante escasas, a juzgar por el espíritu con el que el británico abandonó su capital. En una comparecencia parlamentaria antes de subirse al avión ya dejó claro que ningún primer ministro podría aceptar los términos comerciales ofrecidos por la UE. «Nuestros amigos en la UE insisten actualmente en que si aprueban una nueva ley en el futuro con la que nosotros en este país no cumplimos o no queremos aprobar una ley similar, entonces quieren tener el derecho automático a castigarnos y tomar represalias». Johnson se refería a la exigencia europea de que para obtener un tratado de libre comercio el Reino Unido debería respetar un nivel mínimo de legislación común respecto a las reglas que se aplican en la UE en la protección de los consumidores, reglamentos sanitarios, medioambientales o laborales , porque de otro modo sus empresas podrían trabajar con ventaja respecto a las comunitarias y seguir operando en el mercado europeo.
Inamovibles
Este principio es tan evidente para la parte europea, que insiste en que no puede aceptar una solución que desemboque en que el Reino Unido obtenga ventajas competitivas por haber abandonado la UE. Johnson tampoco podría convencer a los partidarios del Brexit para que asuman que ha dejado al país vinculado a la legislación europea, ahora que ya no pueden influir en su desarrollo. El segundo aspecto en el que Johnson tampoco ve posibilidades de acuerdo es el de la pesca . En la mencionada comparecencia volvió a decir que a su juicio «la UE cree que el Reino Unido debería ser el único país del mundo que no tiene control soberano sobre sus aguas de pesca» y por ello «no creo que esos sean términos que cualquier primer ministro de este país pudiera aceptar».
En realidad, como confesaba ayer un veterano diplomático de uno de los países más importantes de la UE, hay pocas cosas que se puedan hacer por parte europea, teniendo en cuenta que «en los últimos dos meses no se ha movido nada» a pesar de las evidentes premuras del calendario. Por ello es muy probable que en la cumbre de hoy los dirigentes europeos confíen a la Comisión la tarea de preparar todo para una desconexión sin acuerdo en al medianoche del 31 de diciembre.
Lo que Johnson está constatando en estos momentos son las consecuencias reales de haber optado por abandonar la UE y que no podían ser irrelevantes en ningún caso. El Reino Unido convertido en un país tercero tiene plena capacidad para decidir con quién quiere comerciar, pero si quiere hacerlo con la UE tendrá que aceptar las condiciones que le pidan, o renunciar a ello. Le pasará igual con Estados Unidos, independientemente de la administración que esté al frente. De hecho, muchos consideran en Bruselas que esta aparente concesión sobre el protocolo irlandés ha sido hecha pensando más en el presidente norteamericano electo Joe Biden, que apoya claramente a Irlanda. Y en los hechos, el haber restablecido el mecanismo para controlar las mercancías que van de la isla de Gran Bretaña a Irlanda del norte puede considerarse como un preparativo para la ruptura, ya que este protocolo estaba pensado para aplicarse precisamente si no hay un acuerdo de libre comercio entre el conjunto del Reino Unido y la UE.
Irlanda, el país más afectado, y Alemania, la primera economía de la UE, ya han indicado que si no hay perspectivas de acuerdo será necesario empezar a prepararse para una situación de ruptura. Johnson, por su parte, insistía ayer en que esta seguro de que aunque no haya acuerdo «las inversiones nos lloverán». Tal vez, pero por ahora en Londres ya se han apresurado a preparar un sistema de transporte aéreo para las vacunas, que tienen que importar desde el continente, porque prevén que pueda haber atascos gigantescos de camiones en las aduanas a partir del 1 de enero.
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