Japón vota hoy con la vista en la recuperación tras el coronavirus
El primer ministro, Fumio Kishida, promete un «nuevo capitalismo» para atajar las desigualdades sociales que ha provocado la pandemia
Con el coronavirus marcando el mínimo de contagios, la mayoría de las restricciones levantadas y el 71 por ciento de la población ya vacunada , Japón acude hoy a las urnas. En juego no solo están los 465 escaños de la Cámara Baja de la Dieta (Parlamento), sino la estabilidad política de la que ha disfrutado el país desde 2012 y la recuperación económica tras la pandemia.
Todas las encuestas dan por ganador al gobernante Partido Liberal Democrático (PLD) de Fumio Kishida, quien a principios de este mes reemplazó como primer ministro a Yoshihide Suga, desgastado por el coronavirus. A su vez, Suga había relevado el verano del año pasado a Shinzo Abe , quien llevaba en el poder desde 2012 pero tuvo que dimitir por problemas de salud como en 2006. Con su marcha y el breve mandato de Suga, los primeros ministros en Japón no volvían a durar más de un año, algo ya habitual en este país.
Elegido hace un mes por votación interna de su partido, Fumio Kishida aspira a acabar con esa vieja costumbre de la política nipona para llevar a cabo su programa. Pero está por ver si el conservador PLD logra la mayoría de 233 escaños en la Cámara Baja, donde ahora tiene 276 diputados. Si no lo consigue y tiene que depender de su socio de gobierno, el partido budista Komeito, Kishida se verá debilitado y puede que no acabe durando más de un año, ya que en julio del próximo año habrá elecciones a la Cámara Alta.
Con el fin de ganarse a los votantes, el primer ministro ha prometido un «nuevo capitalismo» que redistribuya mejor la riqueza para atajar las crecientes desigualdades económicas. Como tercera potencia económica del mundo , Japón disfruta de uno de los niveles de vida más altos y la mayoría de sus 125 millones de habitantes se encuadran en la clase media. Pero dos décadas y media de estancamiento económico tras la Crisis Asiática de 1997 y el coronavirus han sacado a relucir las debilidades de su modelo de desarrollo, que parece haber tocado techo como en otros países avanzados de Occidente. Por primera vez en 40 años, la ONG Save the Children se ha visto obligada a repartir este verano bolsas de alimentos en más de 3.000 hogares, de los que el 40 por ciento no tenían ingresos o eran la mitad que antes de la pandemia.
Aunque los estímulos económicos de Shinzo Abe, popularmente conocidos como «Abenomics», han conseguido doblar el índice bursátil nipón y elevar los beneficios de las grandes empresas hasta un 30 por ciento hasta el pasado marzo, el salario medio solo ha subido 1.106 yenes (8,40 euros) en una década , según informa Bloomberg. Cuando llegó la pandemia el año pasado y obligó a cerrar los negocios y las fronteras, los nueve millones de japoneses con las rentas más bajas perdieron el doble de ingresos que los dos millones más adinerados. Especialmente desprotegidas quedaron las mujeres que trabajan con empleos muy precarios en sectores duramente castigados por el coronavirus como la restauración, el turismo y el comercio. Buena prueba de ello es que 700.000 mujeres perdieron sus empleos a partir de abril del año pasado, casi el doble que sus 390.000 compañeros masculinos.
Para acabar con estas disparidades, Kishida promete alejarse del neoliberalismo de los «Abenomics» y aumentar las ayudas sociales para los más vulnerables y desprotegidos. Pero no está claro que pueda aumentar los impuestos al gran capital porque eso espantaría las inversiones y, además, ha anunciado una lluvia de «decenas de miles de millones» para reactivar la economía, que este año y el próximo crecerá en torno al 2,5 por ciento. Entre las medidas sociales, sus socios del Komeito proponen distribuir un pago único de 100.000 yenes (760 euros) por cada hijo menor de 18 años. Curiosamente, coinciden en esta idea con la principal fuerza de la oposición, el Partido Constitucional Democrático de Japón (PCDJ), que ofrece 120.000 yenes anuales (910 euros) a las familias más pobres.
Encabezado por el progresista Yukio Edano, el PCDJ concurre a estos comicios junto a otros cuatro grupos políticos, entre ellos el Partido Comunista de Japón. A tenor de los sondeos, su derrota está asegurada y la única duda es saber cuántos escaños logrará la oposición, que pocas veces ha llegado al poder. Salvo sus dos breves intervalos en los 90 y entre 2010 y 2012, precisamente cuando el tsunami de 2011 desató la catástrofe nuclear de Fukushima, Japón lleva desde el final de la II Guerra Mundial gobernado por los conservadores del PLD, que hoy aspiran a revalidar su mayoría.
Los socios budistas del Komeito, claves con China
Debido al desgaste del coronavirus, especialmente palpable con el rechazo a los Juegos Olímpicos de Tokio el pasado verano, la coalición gobernante perderá su supermayoría en la Cámara Baja. Si su principal fuerza, el Partido Liberal Democrático (PLD) del primer ministro Fumio Kishida, cae por debajo de la mayoría simple de 233 diputados, quedará a expensas de sus socios budistas del Komeito y tendrá difícil sacar adelante algunas de sus propuestas.
Argumentando el auge de China, que le disputa las islas Senkaku (Diaoyu), la más importante es doblar el presupuesto militar del 1 al 2 por ciento del PIB, alcanzando así los 100.000 millones de dólares (86.500 millones de euros). Un incremento que el Komeito no ve con buenos ojos por su pacifismo budista y sus buenas relaciones con Pekín, lo que podría generar tensiones en la coalición gobernante junto a la reforma de la Constitución para relanzar el papel de las Fuerzas de Autodefensa como un auténtico Ejército.
En el plano medioambiental, el PLD pretende lograr la neutralidad de emisiones de carbono en 2050 reactivando las centrales nucleares y aumentando las energías renovables.