Irak recibe con desconsuelo el informe británico crítico con la invasión de 2003

El sectarismo, la corrupción y la lucha contra Daesh hacen añorar los años de Sadam

Blair, durante una rueda de prensa en Londres tras hacerse público el informe sobre la guerra de 2003 AFP

MIKEL AYESTARAN

La publicación del informe británico sobre la invasión de 2003 coincidió con la rueda de prensa diaria en la que el ministerio de Salud iraquí informó sobre las consecuencias del atentado del sábado en el distrito de Karrada, en Bagdad. La cifra de muertos ya alcanza los 250 y se ha convertido en el atentado más sangriento que sufre el país desde la invasión internacional de 2003. Cientos de personas se juntaron a las puertas del centro comercial carbonizado por la explosión del camión bomba para realizar la primera oración del Eid (final del mes sagrado del ramadán) y marcharon hasta la Zona Verde en señal de protesta.

Trece años después de derrocar a Sadam Husein el reconocimiento de que las cosas se hicieron mal no sirve de consuelo a unos iraquíes que viven en un país roto por la guerra sectaria, sin servicios mínimos como agua y electricidad y cuyas luchas políticas internas han posibilitado el florecimiento del grupo yihadista Estado Islámico (Daesh), heredero de lo que fue Al Qaida en Irak. “Nos hemos convertido en un campo de batalla para las potencias internacionales, esta es una de las consecuencias más graves de la invasión”, denunció en la cadena Al Jazeera el analista local Hadi Al Islami. La caída de Sadam abrió las puertas a las primeras elecciones libres y a un sistema parlamentario en el que “la nueva élite política está consumida por el sectarismo y la corrupción”.

La mayoría chií, oprimida por Sadam y apadrinada por Irán, tomó las riendas del país tras las primeras elecciones y desde entonces se repite la misma situación caótica. Los iraquíes acuden a votar y el criterio de voto es puramente sectario , las fuerza chiíes gobiernan para los suyos y la minoría suní, respaldada por los países del Golfo y que durante más de dos décadas estuvo al mando del país de la mano de Sadam, se siente discriminada y pide incluso el cambio de la Constitución.

Cuando se pregunta a cualquier ciudadano de a pie por el antes y el después de la invasión coinciden en lo mismo. Agradecen el final del mandato de Sadam, pero añoran la seguridad de aquellos días , pese a la fuerte represión política. El organismo Iraq Body Count, que cuenta las bajas civiles desde 2003, muestra que los años más sangrientos fueron 2007 y 2008, con 29.000 y 26.000 muertos. Fueron los días de la guerra sectaria que han regresado a la vida de los iraquíes desde la aparición del EI. En 2014 hubo 20.000 muertos, un año más tarde 17.500 y en los primeros seis meses de este año la cifra supera los 7.000. A esto hay que añadir las cifras de refugiados y desplazados internos, situaciones a las que se han visto empujados millones de civiles a causa de una violencia que no cesa y que ha sido calificada por la ONU como “una de las peores crisis del mundo”. La percepción es totalmente distinta en la región autónoma kurda, donde Reino Unido y Estados Unidos son considerados auténticos salvadores del pueblo kurdo.

“Yo creo que este informe es una lección aprendida de Reino Unido y del mundo. Los iraquíes perdimos mucho antes, durante y después de la guerra y un informe así sirve para sacar a la luz los errores e intentar que no se repitan en el futuro”, opina Hayder Al Shakeri, activista iraquí de los derechos humanos muy activo en las redes sociales. Una lección que parece ha resultado decisiva a la hora de plantear la lucha contra Daesh como una operación sin tropas sobre el terreno.

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