Investigan si la paranoia contra el 5G está detrás de la bomba de Nashville

Los ataques contra esta nueva tecnología se suceden este año en los EE.UU.

AFP

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El ajetreo habitual del centro de Nashville, capital del «country», con decenas de bares donde cada noche se suben a sus escenarios cantantes que esperan que alguien les descubra, lo sustituyó en la mañana de Navidad una sola canción. «Downtown» de Petula Clark, el clásico de los años sesenta, que sonó por los altavoces de una autocaravana aparcada en la zona, desierta a las 6.30 de la mañana de un festivo. Antes, los mismo altavoces emitieron un aviso en el que pedían a todo aquel que estuviera en las inmediaciones que evacuara la zona. Cuando sonó la música, la autocaravana detonó, en una explosión enorme que dañó buena parte de los edificios de alrededor. El más perjudicado, uno de la compañía telefónica AT&T, que sufrió graves destrozos.

Las autoridades no tardaron en calificar la explosión de «intencionada» y todo apunta a que su autor fue Anthony Quinn Warner, un hombre de 63 años de Antioch , un suburbio de Nashville. Entre los escombros dejados por la detonación se encontraron restos de la matrícula de la autocaravana, que condujeron a él. Warner estaba dentro del vehículo y se cree que estaba solo y que fue el único fallecido en la explosión.

Los misterios de la bomba que sacudió Nashville son abundantes. Desde por qué sonó «Downtown» hasta el motivo que llevó a Warner a detonar su autocaravana , previo aviso a todo el que pudiera escucharlo, de que abandonara la zona. Según aseguraron fuentes cercanas a las fuerzas de seguridad a ABC News, el FBI está «investigando seriamente» si Warner actuó por «paranoia sobre la tecnología 5G».

Los investigadores creen que no es casual el hecho de que Warner aparcara la autorocaravana enfrente del edificio de AT&T, una de las compañías que están desplegando la red de 5G en EE.UU. La explosión interrumpió el servicio telefónico de emergencias 911 y dejó sin conexión a buena parte de los clientes de AT&T en el estado. «Sabemos que hay cierta información que se comparte en internet, y estamos fijándonos en todos los posibles motivos», aseguró Douglas Korneski, el jefe del FBI que dirige la investigación. Eso incluye si Warner creía que «la tecnología 5G se usa para espiar a los estadounidenses».

Las teorías conspiratorias sobre la red de 5G son abundantes y han cobrado mayor fuerza en los últimos años. Circulan teorías infundadas en redes sociales de que provocan cáncer, de que son un instrumento para el espionaje de China o de que un test con esta tecnología provocó la muerte de cientos de pájaros.

Élites globales

En los últimos meses, con el impacto de la pandemia de Covid-19, se ha llegado a acusar al 5G de ser una tecnología implantada por las «élites globales» para diseminar el virus. Son teorías sin fundamento científico que apuntan a que las terminales contagian el virus o debilitan el sistema inmune para facilitar su transmisión.

Los ataques contra instalaciones de tecnología 5G se han extendido en Europa y, con menor intensidad, en EE.UU. Pero uno de los lugares con mayor impacto en el país ha sido Tennessee. Hace un año, se declararon cuatro incendios intencionados en torres de 5G en Nashville. En mayo de este año, una circular emitida por el Departamento de Seguridad Nacional, el FBI y el Centro Nacional de Antiterrorismo califica los ataques anti-5G como la mayor amenaza a «infraestructuras críticas» a la que se enfrenta EE.UU. y advertía de los crecientes llamamientos en redes sociales a cometer actos vandálicos contra ellas.

De momento, no hay pruebas suficientes para determinar que ese fue el motivo que llevó a Warner a detonar su caravana junto al edificio de AT&T. Sí se sabe que era un especialista en tecnología, y que trabajaba como consultor informático para empresas locales. Antes había tenido un negocio de alarmas contra robos.

La otra vinculación con las telecomunicaciones fue el trabajo de su padre, empleado de Southern Bell, una compañía telefónica que acabó formando parte de AT&T. Su padre murió de demencia en 2011, a los 78 años.

El ataque de Warner, por fortuna, no dejó ninguna otra víctima. La Policía recibió avisos de los mensajes que se emitían desde la autocaravana y trató de evacuar al máximo número de vecinos. La explosión sólo dejó tres heridos leves.

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