Infierno en la estación de metro situada en el centro del barrio europeo

El atentado fue llevado a cabo dentro de un vagón en la parada de Maelbeek

ENRIQUE SERBETO

La explosión fue tan fuerte que al principio ni la Policía podía saber si se había producido en la estación de Maelbeek o en la más grande de Schuman . En todo caso, los terroristas estaban tratando de hacer daño al corazón de las instituciones europeas y al núcleo de la actividad política de Bruselas, el centro del barrio europeo. Un eje de metro que recorre la ciudad de este a oeste. Y un ataque lanzado en el punto en el que atraviesa los edificios que simbolizan los valores democráticos de Bélgica y Europa . Muchos funcionarios, abogados o lobbistas estaban a punto de llegar a sus oficinas con la cabeza todavía nublada por los ecos del atentado en el a eropuerto de Zaventem , cuando el infierno estalló en esta pequeña estación de metro, dentro de un vagón.

Las primeras señales que se vieron desde el exterior fueron el humo saliendo por la entrada de la calle de la Loi -una entrada de metro medio disimulada junto a un aparcamiento- y los supervivientes huyendo desesperados del horror que habían dejado dentro.

Como es una estación en un punto en el que el metro no discurre a gran profundidad, la mayoría de los que aún estaban en los andenes pudieron salir rápidamente por su propio pie. La desbandada pilló por sorpresa a los viandantes que circulaban por la zona, entre los que también había ya muchos periodistas que tienen sus oficinas cerca de las instituciones, por lo que las primeras imágenes se grabaron antes incluso de que llegase la Policía a acordonar la zona.

Llanto y horror

Se vieron caras de horror, de llanto, parejas que se abrazaban llorando, todos incapaces de describir lo que habían vivido. Los primeros testimonios de los que lograron salir de la estación hablaban de una terrible onda, ardiente y atronadora, que hizo parar las escaleras mecánicas y que apagó las luces de los dos andenes. Por todas partes había restos del falso techo y de cristales rotos. Los metros que circulaban en las proximidades se quedaron también parados y los pasajeros tuvieron que salir caminando por la vía, entre el humo y a la luz de los teléfonos móviles. Niños que viajaban con sus padres lloraban de pánico.

En efecto, lo que nadie veía entonces era la terrible situación que estaba teniendo lugar en el interior de la estación de metro. Ni siquiera el Gobierno belga podía saber cuántos muertos se habían producido. Tal era el grado de destrucción en el vagón donde probablemente el terrorista suicida se hizo volar en pedazos.

De hecho, puesto que no hay tantas cámaras como en el aeropuerto, todavía no se conocen bien los detalles de la actuación de los asesinos. A las 9 horas y 11 minutos, cuando estalló la bomba, el metro estaba parado en el andén y circulaba en dirección a Arts-Loi, la estación que enlaza con el segundo ramal del metro. Venía de la parada de Schuman, que está justo debajo del edificio de la Comisión Europea y del Consejo y que acaba de ser remodelada después de cinco años de trabajos, para conectarla con la red ferroviaria de alta velocidad.

Evacuación

El alcalde de Bruselas, Yvan Mayeur , habló enseguida de «al menos 20 muertos», pero aún falta mucho para consolidar una cifra. Para los heridos será imposible poder olvidar las escenas que han vivido, incluso los que solamente han tenido que pasar por el terror de tener que evacuar el convoy a través de las vías del metro.

Si los terroristas hubieran optado por accionar los detonadores en una estación anterior o en la siguiente, tal vez hubieran logrado hacer un daño mayor en las infraestructuras. Pero si querían dañar a gente sencilla y vulnerable, la de Maelbeek es la más significativa para encontrar trabajadores y estudiantes en el tren, desde los que atraviesan Bruselas de punta a punta todos los días, a los que se paran porque son asistentes o becarios en el Parlamento Europeo.

El atentado ha sido un ataque contra todo lo que significa esa parte de Bruselas europea y multinacional, llena de jóvenes de todas partes y de representantes de todas las tendencias políticas. La bomba del metro estaba dirigida también contra esto. Los responsables de las instituciones europeas han hecho varias declaraciones en este sentido, dando a entender que se sienten como objetivos de unos ataques terroristas «salvajes y cobardes», como los ha calificado el primer ministro Charles Michel .

La compañía de transportes de la ciudad STIB ha prometido que a partir de hoy mismo intentará ofrecer un servicio público «lo más normal y seguro posible» y ha instado a los viajeros a que consulten a partir de las seis de la mañana los itinerarios que necesitan recorrer. Pero seguramente no será a través de esta estación de metro. Se tardará mucho tiempo antes de que los vagones de metro puedan volver a circular por esta parte de la red.

Por aquí pasan y comparten la vía dos de las líneas del metro y tal como ha quedado el vagón donde ha estallado la bomba se puede deducir que los investigadores primero, y los técnicos después, tienen ante sí una larga temporada de trabajo antes de que puedan hacer que los vehículos vuelvan a cruzar por allí.

Y cuando lo hagan, probablemente los pasajeros no dejarán de recordar cada vez que pasen por Maelbeek lo que ocurrió el día más triste de esta pequeña estación de metro, decorada con humor y hasta ahora llena de recuerdos

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