La incansable lucha de la familia de acogida de Yevgeniy, un joven ucraniano reclutado para combatir por su país
Bakarne Iruretagoiena se ha marchado a Budapest a recoger a la hermana menor y a la novia del joven mientras él permanece resguardado en los montes
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Yevgeniy, cuyos apellidos no revelaremos para no dar pistas sobre su paradero, nació hace 23 años en la pequeña localidad de Ivankiv, a 52 kilómetros al sur de Chernóbil (Ucrania). Hijo de padres que sufrieron el desastre de la central nuclear de Vladímir Ilich Lenin, fue uno de los menores acogidos en 2006 por familias residentes en el País Vasco. Concretamente por Bakarne Iruretagoiena Garrastazu, una mujer de 53 años que vive en Zarauz, en la provincia de Guipúzcoa.
La primera vez que pisó suelo español tenía solo siete años . El pequeño de un grupo de 57 niños recién aterrizados en nuestro país encajó tan bien con la administrativa que continuó regresando cada año, también en Navidad, durante casi dos décadas.
«Los niños de esa zona tienen muchos problemas de salud a raíz de la radiación: afecciones de tiroides, ganglios inflamados, pulmones tocados…», explica Bakarne a ABC. «Pasar el verano en un país con sol y buena alimentación les ayuda a coger defensas».
Hoy, 16 años después de la tragedia, el joven se enfrenta a otra catástrofe: la guerra desatada por Rusia en Ucrania desde el pasado 24 de febrero.
«Nos han atacado y nos marchamos de Kiev»
Una llamada de Yevgeniy sobresaltó a Bakarne a las 5:00 horas de la mañana. «'Egun on', nos han atacado y nos marchamos de Kiev. Han lanzado un misil a unos 300 metros de casa , vemos el humo del aeropuerto de Borispol», explicó el joven con el sonido de los aviones y helicópteros sobrevolando la zona de fondo.
Se le encogió el estómago de golpe, no podía creérselo. El conflicto había llegado hasta Ivankiv y el muchacho, obligado ahora a entrar en el ejército debido a que se encuentra en edad de combatir, había sido reclutado para combatir por su país.
«Ellos no quieren ir, no quieren esta guerra» , denuncia la administrativa, que revela que el joven está resguardado en los montes. Sus palabras, lejos de sonar extrañas, son hoy el reflejo de la realidad que viven miles de ucranianos que se han visto forzados a permanecer en la región para luchar contra las fuerzas rusas.
Sin embargo, ante la gran incertidumbre y miedo que estos días se extienden en la región, y pese a la imposibilidad de que Yevgeniy saliera de Ucrania, las dos familias tomaron una firme decisión: que la novia y hermana de 12 años del joven abandonaran del país rumbo a Budapest para estar seguras lejos del conflicto. Y así lo hicieron.
Así que, sin pensárselo dos veces, Bakarne empaquetó lo necesario y salió en un coche camino del aeropuerto de Barcelona ayer por la tarde, donde ha pasado la noche con su pareja. «Ahora mismo estoy escribiendo desde el avión que va a la capital de Hungría. Ayer a la noche llegaron las dos chicas acompañadas de la madre», relataba hace solo unas horas la mujer. «Voy a buscarlas para traerlas a mi casa y darles cobijo, solicitaré asilo político para ellas como refugiadas de guerra».
Mientras, las tres ucranianas se desplazaban hasta la Embajada de Ucrania en Budapest a preguntar si necesitaban firmar algún tipo de documento oficial que diera la potestad de la menor a la administrativa. La respuesta, en esta situación, ha sido ‘no’: « Puedo regresar con ellas sin problema, tenemos las fronteras abiertas».
Ahora, acogidas por una familia húngara , aguardan hasta poder encontrarse con Bakarne y volar a España, que hoy dormirá con ellas en la capital. Su situación no es sencilla: se encuentran sin billetes de regreso debido a que desconocían si desde la embajada les facilitarían los documentos y el tiempo que tadarían. Esta tarde se centrarán en averiguar si pueden coger un vuelo de regreso este martes 1 de marzo.
Por su parte, la madre de Yevgeniy, que ha acompañado a las dos jóvenes hasta Budapest, ha decidido permanecer en Ucrania junto al muchacho y a su padre. «Se queda con ellos, no quiere abandonarlos », confiesa la administrativa. «Nos hubiera gustado que vinieran todos al País Vasco, pero por el momento no puede ser».
«No puedo mirar a otro lado y hacer como que no pasa nada»
La angustia , al igual que ha ocurrido en miles de hogares en los que alguno de sus miembros se encuentra en mitad del conflicto, desborda a ambas familias. No es para menos, según cuenta a ABC el pueblo del joven «está fatal» .
Los vecinos de la localidad, que llevan más de dos días sin luz y con el sonido de las bombas de fondo, se esconden en los sótanos o búnkeres que tienen. «(Las fuerzas rusas) han quemado el museo, destruido viviendas... Están muy asustados ».
«Yo llevo días de mucha angustia, porque es una impotencia terrible contemplar las imágenes de los telediarios, ser consciente de que tu hijo está allí con su familia, y ver que no puedes hacer nada para ayudarlos», explica Bakarne. «Saber que es una guerra hecha por los políticos, los ricos... y que la están sufriendo los pobres . Quienes no quieren la guerra, no quieren luchar, no quieren ser rusos en su gran mayoría porque son un país independiente y quieren seguir siéndolo».
Sin embargo, y como ocurre en todas las catástrofes, también sale a relucir la cara más humana de algunas personas . Confiesa que se ha emocionado en muchas ocasiones debido al cariño y la ayuda que está recibiendo: le han ofrecido alojamiento, conocimientos para la gestión de los distintos documentos y le han enviado dinero a través de Bizum para ayudar a pagar los tres billetes de avión.
La zarauztarra, que lleva años involucrada con distintas ONG, explica que, además de haberse desplazado hasta el país,está en contacto con el Ayuntamiento de Zarauz, que la pondrá en contacto con el abogado de la organización que se encargará de gestionar toda la documentación de petición de asilo político .
«Si alguna vez me han necesitado de verdad y tenía que ayudarles, es ahora», concluye Bakarne. « No puedo mirar a otro lado y hacer como que no pasa nada, eso no va conmigo».
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