HORIZONTE
De mal en peor
La cuestión es si la Administración de esta nueva encarnación de la autoridad moral, López Obrador, se parecerá a lo que promete o a lo que fue en el pasado
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México puede tener hoy un presidente populista de extrema izquierda. Y esa es una seria amenaza a la estabilidad regional. Pero si Andrés Manuel López Obrador no se impone en estos comicios presidenciales, todo puede ser peor: las probabilidades de un enfrentamiento callejero de gran violencia son altas. Tenemos ejemplos en las dos últimas elecciones presidenciales del mal perder que tiene López Obrador. El suficiente para no aceptar una tercera decepción. Mas con toda probabilidad no veremos ese escenario porque él será hoy el ganador indiscutible.
El problema vendrá después. Muchos destacan cuánto ha moderado su discurso en esta campaña electoral. Pero con ello no oculta su personalidad mesiánica , ni la visión que tiene de sí mismo como una autoridad moral por encima de los demás. Ni ha hecho que se olviden los insultos que endilgó en el pasado a las instituciones republicanas, lo que hace que muchos alberguen dudas sobre su respeto por las leyes democráticas.
La victoria de un candidato de estas características siempre viene influida por la administración saliente. Y la de Enrique Peña Nieto ha sido una de las más corruptas de la historia del país y del PRI. Una plusmarca difícil de superar y en la que están inscritos miembros de la familia del presidente, su administración, numerosos gobernadores -a los que algunos atribuían la condición de ser la nueva generación de un PRI diferente- y dirigentes de PEMEX. De todo hay en la viña del Señor. Con unos antecedentes así, y un candidato del PAN, Ricardo Anaya , acusado de lavado de dinero, López Obrador ha encontrado un terreno propicio para que crezca su semilla.
Uno de los gestos más sorprendentes de la campaña del favorito fue la coalición electoral que ha formado con Partido Encuentro Social, una formación claramente derechista vinculada al movimiento evangélico. Lo más relevante de esa coalición es que su existencia indica una alta probabilidad de triunfo de López Obrador. No tanto por el número de votos que le dé -aunque también por ello, porque las comunidades evangélicas suelen votar como un solo hombre- como por la capacidad que tienen estos partido de apuntarse siempre a caballo ganador. Hace dos domingos en Colombia apostaban por el derechista Iván Duque , hoy apoyan al izquierdista López Obrador. No hay mayor capacidad de influencia que haber ayudado de forma decisiva a ganar una elección.
La cuestión ahora es si de verdad la Administración de esta nueva encarnación de la autoridad moral llamada López Obrador se va a parecer a lo que promete o a lo que fue en el pasado. Porque es famosa la autopista elevada que construyó como alcalde de Ciudad de México (2000-2005), sobre la que las partidas oscuras que nunca fueron aclaradas abundan. Y alguno de sus colaboradores no es alguien con el que uno querría que le hiciesen una foto. Entre ellos René Bejarano , que formó parte de su gobierno municipal, pero que es más famoso por el video que le grabaron llenando una maleta de fajos de billetes que había recibido de un «empresario» mexicano-argentino, Carlos Ahumada Kurtz , en el llamado «Videoescándalo» en el que otros políticos también recibían millones.
Frente a esto, López Obrador se presenta como el candidato anti sistema. Y, si bien es cierto que su partido, Morena, nunca ha conquistado la Presidencia, Andrés Manuel López Obrador ha estado siempre en el entorno del poder: primero en el PRI, en el que militó entre 1976 y 1988. Después en el Partido de la Revolución Democrática (1988-2012) y desde 2012 en Morena. Anti sistema no parece.