Hong Kong sigue echándose a las calles tras seis meses de protestas

Dos semanas después de la victoria demócrata en las elecciones municipales, cientos de miles de personas se manifiestan contra el Gobierno y el régimen chino por el Día de los Derechos Humanos

Continúan las protestas en Hong Kong AFP
Pablo M. Díez

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Ya ha pasado medio año del estallido de las protestas, pero Hong Kong sigue protestando en masa como el primer día. Como aquel 9 de junio en que se echó a la calle contra la ya retirada ley de extradición a China, cientos de miles de personas volvieron a manifestarse este domingo contra el Gobierno y el autoritario régimen de Pekín. Justo dos semanas después del arrollador triunfo de la oposición demócrata en las elecciones municipales, la multitud protagonizaba una nueva demostración de fuerza social aprovechando que este martes se celebra el Día Mundial de los Derechos Humanos.

Autorizada por la Policía, una marcha masiva desfiló durante más de cinco horas desde el Parque Victoria hasta el Distrito Central. Mientras los organizadores cifraban la asistencia en 800.000 personas, la Policía la rebajaba hasta las 180.000. En cualquier caso, y en el probable punto medio en que se halle la verdad, se trata de una de las manifestaciones más masivas desde junio, cuando se calcula que tres millones de personas salieron a las calles en dos fines de semana consecutivos. Un claro síntoma de que la agitación política sigue al rojo vivo en Hong Kong pese a la llegada del fresco otoño. Las manifestaciones, que empezaron con camisetas sudorosas por el calor sofocante de junio, ya lucen jerséis y chaquetas.

No fue el único cambio. Bajo futuristas rascacielos y lujosas galerías comerciales, el mar de paraguas que inundó el centro de Hong Kong se convirtió al caer el sol en un río de luces con las linternas de los móviles brillando en la oscuridad. Lo más positivo de todo fue que la marcha acabó sin la ya habitual batalla campal entre los manifestantes radicales y la Policía, dando una tregua al vandalismo, las barricadas en llamas y los gases lacrimógenos. La pregunta es hasta cuándo.

Seis meses después del peor estallido social desde su devolución a China en 1997, las protestas de Hong Kong vuelven a la casilla de salida: a la movilización masiva y, afortunadamente, pacífica tras la deriva violenta que habían tomado. Con independencia de la cifra real de asistencia, es impresionante que la agitación ciudadana no haya decaído después de medio año en el que ha habido 900 manifestaciones y asambleas públicas. A pesar del cansancio acumulado, de los más de 6.000 detenidos y de la entrada en recesión de la economía, los hongkoneses no están dispuestos a renunciar a la batalla por conservar sus libertades, mayores que en el resto de China gracias al principio de « un país, dos sistemas », vigente en teoría hasta 2047.

Convocada por Jimmy Sham, uno de los nuevos concejales de distrito salidos de dichos comicios, esta marcha autorizada por la Policía tomó el centro de la isla. Agitando carteles y banderas, algunas de Estados Unidos y otras de la época colonial británica, los asistentes alzaban las manos abiertas para reivindicar sus cinco demandas: una por cada dedo. Entre ellas destacan la creación de una comisión independiente que investigue la fuerza policial, la amnistía para los detenidos (que se enfrentan penas de hasta diez años de cárcel por «revuelta») y el sufragio universal.

«Si el Gobierno hubiera escuchado a la gente hace seis meses, cuando nos manifestamos en masa por primera vez, no habríamos llegado hasta aquí », se lamentaba Wan, un contable de 28 años. Aunque aseguraba que asistía para «luchar por la democracia y la libertad», no se mostraba demasiado optimista en que el Ejecutivo local concediera alguna de las cinco demandas porque «está bajo el control del Gobierno central chino». Aun así, volvía a sumarse a otra manifestación multitudinaria, ya que la altísima participación «desparramó» la marcha por las calles adyacentes al recorrido oficial pese a los intentos de la Policía por mantenerla acordonada.

Aunque en la manifestación había de todo, desde familias con niños hasta ancianos, abundaban los jóvenes enmascarados y vestidos de negro que suelen enfrentarse con la Policía al final de cada convocatoria. Entre ellos había legiones de adolescentes, algunos de entre 14 y 16 años, que acudían a las protestas pese a las detenciones masivas con que acabó hace un par de semanas la batalla de la Universidad Politécnica , en la que cayeron más de mil personas y 300 menores de edad fueron fichados. Con la tensión cortándose con un cuchillo, grupos pertrechados con máscaras antigás y paraguas increparon durante el recorrido a los antidisturbios, preparados para intervenir incluso antes de que empezara la manifestación.

Poco antes de su inicio, la Policía anunciaba la detención de once personas que tenían hasta una pistola entre otras armas y objetos peligrosos, según informa el periódico «South China Morning Post». Un negro presagio que hacía temer una nueva batalla campal al término de la marcha. « La violencia es necesaria para conseguir algunos fines legítimos», justificaba un joven ataviado con uniforme militar que se identificaba como Churchill. Pero otros, como un grupo de estudiantes de Ingeniería, culpaban de los disturbios a «la fuerza excesiva de la Policía, que intenta reprimir nuestras libertades como si esto fuera ya China».

A pesar de lo caldeados que están los ánimos, ambas partes se contuvieron y, al final de la marcha, los organizadores apremiaron a los manifestantes a volver a sus casas y pidieron a la Policía que les dejaran marcharse. En un cambio de estrategia dentro de su guerra psicológica contra los antidisturbios, los jóvenes dibujaban con los brazos corazoncitos para burlarse de ellos . Pero mejor eso que lanzarles cócteles molotov.

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