«Un hombre fuerte al poder», el deseo de la mitad de los italianos

Demoledora radiografía del país: El 48,2 por ciento de los italianos desearía hoy «un hombre fuerte» que no tenga que preocuparse demasiado de rendir cuentas al Parlamento o de elecciones, según una encuesta oficial

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La mitad de los italianos quiere un «hombre fuerte al poder». Ha causado sensación en Italia la última encuesta y análisis del Censis , prestigioso instituto de investigación socio-económica italiano que interpreta desde el 1964 las transformaciones de la realidad italiana. Ante la incertidumbre sobre el futuro, la idea de esperar el hombre fuerte y solo al comando para que cambie la suerte del país encuentra un alto consenso entre los trabajadores y las personas menos instruidas (62%) y con rentas más bajas (56,4%). El Censis explica estos destacando que son consecuencia de «la ineficacia de la política de la que los ciudadanos se sienten cada día más lejos».

Los datos del Censis nos dan una radiografía demoledora de la situación italiana : el 76% de los italianos no tiene confianza en los partidos (el porcentaje se eleva al 81% entre los trabajadores, y al 89% entre los desempleados. El malestar sobre el funcionamiento de la democracia italiana es también preocupante: el 58% de los trabajadores y el 55% de los parados se muestran descontentos por una democracia y una política que no logra dar respuestas y está haciendo pagar un precio elevado a los italianos.

Italia ha tenido en el pasado cierta fascinación por el hombre fuerte. Ahora los datos de la encuesta del Censis son inquietantes porque, según su análisis, abren el camino a tensiones que se pensaban que ya estaban superadas para siempre y que eran un recuerdo del pasado, como es la espera casi mesiánica del hombre fuerte para que lo resuelva todo y salve al país. Concretamente, el 48,2% de los italianos hoy desearía un hombre fuerte en el país que no tenga que preocuparse demasiado de rendir cuentas al Parlamento o de elecciones.

«En Italia se está nuevamente desarrollando un sentimiento antiparlamentario, en el que la democracia y sus instituciones son consideradas fútiles e innecesariamente caras», precisa el Censis.

Democracia directa, no parlamentaria

En acto hay en Italia una crisis estructural de confianza que amenaza el consenso de base en la democracia: no se trata solo del hombre fuerte al comando, destaca el Censis, sino que está creciendo también el deseo de democracia directa mediante el sistema digital presentada como la sustitución ideal de la democracia representativa o parlamentaria. Concretamente, el 52,6% de los italianos se declara convencido de que la democracia parlamentaria debe ser sustituida por la directa mediante las plataformas digitales.

Según la encuesta del Censis, hay ocho millones de italianos cuyo pesimismo es absoluto, hasta el extremo de estar convencidos de que la democracia liberal tiene los días contados y que será sustituida por alguna forma por el régimen autoritario. Afortunadamente, el Censis subraya que es probable que eso no suceda. Los datos de esta encuesta explican el éxito político de Matteo Salvini . Cuando luchó en agosto por un adelanto electoral para hacerse con el poder y capitalizar el alto consenso que le daban los sondeos, el líder de la Liga pidió plenos poderes, con palabras que recordaban las que pronunció Mussolini en 1922: «Pido a los italianos que me den plenos poderes para hacer las cosas que hemos prometido hacer en profundidad sin retrasos y sin obstáculos. Pedimos a los italianos la fuerza de tomar en mano este país y salvarlo», dijo Salvini evocando al «Duce».

La Liga de Salvini sigue siendo el primer partido del país, con el 32% de consenso -alcanzó el 38% cuando era ministro del Interior, según diversas encuestas-. Su posible aliada, Giorgia Meloni, líder de Fratelli d’ Italia, crece también en los sondeos (11%) y ya supera claramente a Forza Italia de Silvio Berlusconi. Con la actual ley electoral, Salvini y Meloni tendrían la mayoría absoluta en el parlamento, según las encuestas.

En este contexto, cabe también explicarse la ovación de cinco minutos que acogió al presidente de la República, Segio Mattarellla, en el Teatro La Scala de Milán, en la inauguración de la temporada lírica el pasado sábado. No tiene especial carisma, pero en Mattarella ven los italianos un político honesto que mantiene el prestigio de la presidencia de la República, una de las pocas instituciones que se mantiene a salvo en medio de una política en la que predomina la demagogia y el populismo. Los aplausos a Mattarella en La Scala, más allá de las simpatías hacia el presidente, expresaban la confianza en una institución por parte de gente que pide a sus gobernantes seriedad, responsabilidad y reglas seguras para la convivencia.

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