El hombre que abofeteó a Macron, condenado a 18 meses de cárcel tras un juicio exprés

Tarel, aficionado a las armas y la iconografía 'medievales', ingresa este mismo jueves en prisión

Imagen del momento en el que el presidente Macron fue abofeteado Vídeo: Vea en vídeo el momento de la agresión a Macron - Atlas

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Damien Tarel (28 años), el hombre que abofeteó el martes pasado a Emmanuel Macron , en Tain-l'Hermitage (6.200 habitantes), una diminuta localidad del departamento de la Drôme, en el sureste, ha sido condenado la tarde del jueves a dieciocho meses de cárcel, cuatro en firme y catorce con remisión de pena.

Detenido, interrogado y puesto a disposición judicial con un procedimiento de urgencia absoluta, Tarel, sin trabajo, en pareja, reconoció los hechos. Entra en prisión en la tarde noche de este jueves.

Tarel corría el riesgo de una pena de tres años de cárcel y una multa de 45.000 euros . Pero la fiscalía decidió tratar el caso con severidad contenida, tras denunciar «un acto de violencia deliberada e inadmisible».

Descontento en la Francia profunda

Personaje un poco delirante, con amigos lectores del 'Mein Kampf' de Hitler, aficionado a las armas y la iconografía 'medievales', Tarel recibió a bofetadas al presidente de la República, a las cuarenta y ocho horas de comenzar un «tour» de Francia para intentar explicar su política, tras la crisis sanitaria.

De Marine Le Pen, extrema derecha, a Jean-Luc Mélenchon , extrema izquierda, Macron recibió el apoyo y solidaridad inmediatos de toda la clase política nacional, pasablemente inquieta ante los síntomas de angustia social, violencia, tentaciones suicidas, llamaradas de tensiones de todo tipo, en una Francia profunda que se siente mal comprendida por las elites parisinas.

Macron, por su parte, prefirió quitar importancia a las bofetadas, estimando que fue un acto « imbécil, violento y aislado ».

Más allá de la anécdota del comportamiento brutal de un personaje marginal, el recibimiento a bofetadas de Macron, en una diminuta localidad de la Francia profunda, es percibida como un acontecimiento sintomático, cuando se temen movimientos de protesta de muy diversa índole tras la lenta salida de la crisis sanitaria.

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