El héroe católico que derrotó al SARS en Taiwán
Chen Chien-jen, un reputado médico, será el primer vicepresidente católico del país
![La presidenta electa de Taiwán, Tsai Ing-wen, y su compañero de «ticket», Chen Chien-jen](https://s2.abcstatics.com/media/internacional/2016/01/30/taiwan--620x349.jpg)
Tras el cambio de Gobierno que han traído las elecciones del pasado día 16, Taiwán no solo tendrá a la primera mujer presidenta de su historia , Tsai Ing-wen, sino también a su primer vicepresidente católico. Se trata de Chen Chien-jen, un reputado médico que todavía es recordado como el héroe que salvó a Taiwán de la epidemia del SARS en 2003. Para esta isla de 23 millones de habitantes, de mayoría budista , supone el reconocimiento a una minoría religiosa que cuenta con poco menos de 280.000 miembros.
De 64 años, casado y con una hija, Chen era vicepresidente de la prestigiosa «Academia Sínica» cuando Tsai Ing-wen le propuso unirse a su candidatura. Aunque él no pertenecía al Partido Democrático Progresista (PDP), Tsai basó su decisión en dos motivos. El primero, según explicó a los medios taiwaneses en noviembre, consistía en que «es un ferviente católico; una persona en la que puedes confiar completamente». La segunda razón tenía que ver con su valía profesional: «Como mucha gente en Taiwán, quedé muy impresionada por su calma y su actuación cuando fue nombrado jefe del entonces Departamento de Salud en 2003, cuando la isla fue azotada por el brote más grave del Síndrome Respiratorio Agudo y Severo (SARS)».
Roces con China
Originada en noviembre de 2002 en Hong Kong, dicha epidemia se propagó rápidamente por todo el mundo y se cobró 774 muertos hasta que fue finalmente controlada al año siguiente. En Taiwán, el virus contagió a 346 personas y costó 37 vidas. Con una población bastante mayor, su tasa de mortalidad fue inferior a la de Hong Kong, en gran medida gracias a los conocimientos del doctor Chen, un experto epidemiólogo . Todo ello a pesar de que Taiwán no pudo tener acceso a la información, muestras e investigaciones disponibles por no pertenecer a la Organización Mundial de la Salud, donde China tiene vetada su entrada porque ambos territorios permanecen separados desde el final de la guerra civil en 1949. Ese año, tras ser derrotado por el revolucionario comunista Mao Zedong, el generalísimo Chiang Kai-shek se retiró con las tropas del partido nacionalista Kuomintang a la isla de Taiwán, que conserva su independencia «de facto», pero solo es reconocida por una veintena de países mientras el autoritario régimen de Pekín aspira a su reunificación.
La fe de Chen puede ayudar a que el Vaticano mantenga su reconocimiento de Taiwán pese a la presión de Pekín
Esta división histórica marcará la agenda de su primer vicepresidente católico porque uno de esos pocos estados que tiene relaciones diplomáticas con el Gobierno de Taipéi es, precisamente, el Vaticano. Debido a su fe, la mediación de Chen se antoja vital para que la Santa Sede no cambie sus vínculos diplomáticos por China, como pretende desde hace tiempo a pesar del control sobre los obispos que impone el régimen a través de la iglesia oficial, dirigida por el Partido Comunista. Si se salvara este escollo, Pekín exigiría al Vaticano que cortara sus lazos con Taiwán bajo el principio del «reconocimiento de una sola China». Con el propósito de impedirlo, Chen tendrá que hacer gala de su talante moderado para convencer al Papa Francisco , que parece especialmente empeñado en normalizar las relaciones con China porque es uno de los países donde más está creciendo el cristianismo.
Tras los ocho años de acercamiento a Pekín que han caracterizado al Gobierno saliente del Kuomintang, el régimen chino teme que el nuevo Ejecutivo del PDP vuelva a agitar entre la sociedad taiwanesa su aspiración a una declaración formal de independencia. Un movimiento que elevaría la tensión en Asia porque Pekín se dotó en 2005 de una «ley antisecesión» que preveía el uso de la fuerza en tal caso. Para evitar el riesgo de una guerra, la presidenta electa ya se ha comprometido a respetar el «statu quo», que supone independencia «de facto» sin declararla.
Sociedad diversa
Amparándose en sus creencias religiosas, que luce con frecuencia en público, Chen también aboga por mantener esta situación cuando tome posesión del cargo en mayo. Como primer vicepresidente católico en la historia de Taiwán, sus valores religiosos y morales regirán su actividad política.
Así lo tiene escrito en Facebook, donde asegura que «Taiwán es una sociedad diversa, con gente de todas las etnias y religiones ocupando esta tierra. Esto es lo que hace que Taiwán sea un lugar precioso. Sin importar la fe de cada uno , la esencia de todas las religiones es el amor, la paz y la compasión. Creo que cada uno de nosotros puede convertirse en un sembrador de amor». Amén.
Llamado a la política por Dios
El doctor Chen Chien-jen, que fue ministro de Salud entre 2003 y 2005, regresa a la vida política tras haber despuntado como epidemiólogo en sus investigaciones sobre la hepatitis B y los envenenamientos por arsénico. Licenciado por la Universidad de Taiwán, se doctoró en Genética y Epidemiología en la Universidad John Hopkins y ha dirigido el Consejo Científico Nacional. Chen, cuyo nombre católico es Philip, asegura haber oído la llamada de Dios para dejar la vicepresidencia de la Academia Sínica, el principal instituto de investigación de Taiwán, y unirse a la candidatura electoral del Partido Democrático Progresista (PDP). Según el portal religioso Ucanews, el arzobispo de Taipéi, John Hung Shan-chuan, le convenció recordándole que «desde el Concilio Vaticano II en 1965, la Iglesia católica anima a los fieles a participar en política para servir a la sociedad e inculcar los valores cristianos».