Hariri vuelve a ser designado primer ministro libanés un año después de su dimisión
Regresa con la moneda hundida y la inflación y el desempleo disparados en su país
Después de un año de fuertes protestas sociales para exigir cambios en el sistema y de una explosión que dejó doscientos muertos y destrozó medio Beirut, los partidos libaneses volvieron a respaldar a Saad Hariri como nuevo primer ministro. El mismo líder que tuvo que dejar el poder ante la ira de las calles el pasado octubre, regresa en un contexto político y económico más complicado que el que le obligó a marcharse, con la moneda hundida y la inflación y el desempleo disparados. «Trabajaré para formar un gobierno lo antes posible porque se nos acaba el tiempo, y esta es la única y última oportunidad para el país», declaró Hariri a los medios tras conocer su designación. La urgencia se basa en la necesidad de poner en marcha las reformas financieras exigidas por la comunidad internacional para ayudar al país a salir de la crisis, y su plan pasa por buscar ministros de un perfil técnico, no político, capaces de llevar adelante los cambios.
El líder de la comunidad suní libanesa obtuvo el voto de 65 de los 120 diputados, y, a sus 50 años, si logra formar gobierno, afrontará su cuarto mandato al frente del Ejecutivo desde que diera el salto a la política en 2009, tras el asesinato de su padre. «Digo a los libaneses, que están desesperados por la dureza de la situación, que me comprometo a trabajar para frenar el colapso que amenaza a nuestra economía, sociedad y seguridad», fue el primer mensaje de Hariri a una población resignada a ver siempre las mismas caras.
Esa resignación se convirtió en impotencia entre los activistas que se alzaron en octubre de 2019 y que ven a Hariri como «el clímax de la contrarrevolución. Representa todo contra lo que nos levantamos: es un pilar del sistema, un multimillonario vinculado a los bancos y los intereses extranjeros y un símbolo de la ineficiencia y la corrupción», según las declaraciones de Nizar Hassan , miembro del grupo independiente Li Haqqi , a la cadena Al Jazeera . La calle respondió con indiferencia, no hubo movilizaciones de protesta. Silencio e impotencia ante una situación gatopardiana en la que nada cambia pese a la grave situación que sufre el país.
Fracasos de Diab y Abib
En el sistema sectario que rige en Líbano desde el final de la guerra civil, el presidente del país es un cristiano; el jefe del Parlamento, un musulmán chií, y el primer ministro debe ser musulmán suní. Desde el mismo día de su dimisión, el nombre de Hariri estaba sobre la mesa, pero en estos doce meses Líbano ha conocido otro primer ministro, Hassan Diab , y un candidato como Mustafa Adib, ex embajador en Alemania, que fue incapaz de formar gobierno.
Diab presentó su dimisión tras la brutal explosión en el puerto del 4 de agosto. Llegó al poder con la promesa de cambios y de acabar con la corrupción, y terminó abandonado el cargo ante el shock causado por la explosión. Tanto él, como el presidente, Michel Aoun , sabían que en el almacén 12 del puerto se guardaban 2.700 toneladas de nitrato de amonio , pero no hicieron nada para llevar esa mercancía a un lugar seguro.
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