Hamburgo, ciudad en estado de excepción
8.000 radicales de izquierda, muchos de ellos llegados desde fuera de Alemania, se están movilizando esta semana para reventar la cumbre del G20
Los manifestantes relatan esta mañana, en radios y televisiones alemanas, que fueron brutalmente atacados por la policía , que incluso entró en tiendas de campaña y golpeó a personas que se limitaban a comer un bocadillo y descansar al final de un intenso día de asambleas. La policía alemana aclara que se limitó a desalojar según el protocolo un campamento no autorizado en un área considerada «de seguridad» y que la respuesta contundente se produjo solamente más tarde, cuando varias calles y un puente de Hamburgo fueron bloqueados impidiendo el tráfico y los disturbios hubieron de ser disueltos con chorros de agua a presión, bajo una violenta lluvia de piedras y botellas sobre los agentes. Las lamentables fotografías de esta primera noche de enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes que han acudido a Hamburgo muestran una ciudad en estado de excepción y auguran sucesivas escenas de caos hasta que termine la cumbre del G20.
La canciller Merkel ha reconocido el derecho de los manifestantes a protestar y solamente ha pedido que las protestas «sean pacíficas» , pero los servicios de inteligencia alemanes han advertido que unos 8.000 radicales de izquierda, muchos de ellos llegados desde fuera de Alemania, se están movilizando esta semana hacia Hamburgo con intenciones para nada pacíficas, por lo que cerca de 20.000 policías de toda Alemania han sido trasladados a la ciudad portuaria para garantizar la seguridad de los jefes de Estado y de Gobierno de los países industrializados y emergentes, los días 7 y 8 de julio, y evitar que el vandalismo se apodere de la ciudad. «No hay que engañar a nadie, la vida pública estará sujeta a restricciones significativas », ha admitido Joachim Lenders, presidente regional del sindicato de la Policía alemana, ante la reacción de cerrar durante estos días de muchos comercios y negocios situados entre el recinto ferial, sede de la cumbre, y la imponente Filarmónica del Elba, nuevo icono de la ciudad en la que tendrá lugar un concierto para gozo de los ilustres invitados, que constituyen el centro del anillo de seguridad diseñado por las autoridades.
En el centro de control del operativo, unas 50 personas siguen durante 24 horas al día y a través de 16 grandes monitores colgados en la pared, teléfonos, ordenadores y radiotransmisores, todo lo que ocurre en toda la ciudad. Lenders garantiza que el perímetro de seguridad es ya una «fortaleza», pero a solo un kilómetro se encuentran los distritos de Schanzenviertel y Karoviertel, conocidos por su activismo de izquierdas y cuna de protestas de marcado tinte radical, que no ven con buenos ojos tener de vecinos durante unos días a Donald Trump, Recep Tayyip Erdogan o a Vladimir Putin.
«No somos violentos radicales de izquierdas, como dice la prensa», protesta Achim Heier, de la red antiglobalización Attac, «al menos no todos nosotros, la mayoría hemos venido a debatir, a construir sociedad civil en una cumbre alternativa en la que reclamamos cambios en un sistema político en el que el G20 es parte del problema, no la solución». Los representantes de numerosas organizaciones acuden a Hamburgo para acusar a los jefes de Estado y de Gobierno de ser corresponsables de las crisis que azotan al mundo y hacer una llamada «a la solidaridad mundial» . Acampados en el centro cultural
Kampnagel, se encuentran representantes de consejos de refugiados, la Fundación Heinrich-Böll, la organización de protección del clima Robin Wood y el partido alemán La Izquierda (Die Linke). «Para el G20 es más importante el crecimiento económico que el calentamiento global o detener la destrucción de los medios de subsistencia» , reprocha Heier resumiendo las reivindicaciones comunes de tan dispares organizaciones, «la prioridad debe ser la lucha contra la pobreza y la protección de los refugiados». En los numerosos paneles y talleres de la cumbre alternativa se analizarán problemas como el machismo y el racismo, además de nuevas estrategias para evitar la brecha entre pobres y ricos o para prevenir conflictos armados. El discurso de inauguración correrá a cargo de la activista antiglobalización india Vandana Shiva, que recibió en 1993 el conocido como Premio Nobel Alternativo.
«Yo lo único que puedo asegurar es que las 500 personas que atacaron anoche a la policía en Altona, tratando de superar el perímetro de seguridad y destrozando mobiliario urbano no estaban en un panel ni en un taller de debate», responde Lenders, centrado en la protección de la cumbre del G20 y reconociendo que uno de los principales objetivos a proteger es el presidente de EE.UU., Donald Trump. Solamente con Trump viaja un equipo de 600 personas cuya seguridad también pesa sobre los hombros de la policía alemana. «Muchos habitantes de la ciudad tendrán que pasar controles policiales antes de acceder a sus propias casas. Al menos once helicópteros y 185 perros patrullan constantemente las calles. Efectivamente, son muchas molestias, pero no es posible garantizar la seguridad sin estas medidas» se disculpa. En un área de 11.000 metros cuadrados situada en Harburg, al sur de la ciudad, ha sido levantado un centro de detención con capacidad para 400 personas y la labor judicial ha sido reforzada con el envío de 140 fiscales que posibiliten la celebración de juicios rápidos.
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