La guerra contra la droga continúa cobrándose vidas en Filipinas, mientras el presidente Duterte pide redoblar esfuerzos

Casi 300 presuntos narcotraficantes han perdido la vida desde que la nueva Presidencia asumiera el mando este mes

Eduardo S. Molano

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«Redoblad vuestros esfuerzos. Triplicadlos si es necesario». A Rodrigo Duterte, nuevo presidente de Filipinas, las 293 vidas de presuntos narcotraficantes cobradas solo este mes no le parecen suficientes.

El mandatario, quien asumiera el poder precisamente el pasado 30 de junio, ha pedido a las fuerzas del orden mayor brío en sus acciones durante el discurso sobre el estado de la nación .

«No vamos a parar hasta que el último señor de la droga, el último financiero (del narcotráfico) y el último camello se hayan rendido o se encuentre entre rejas... o bajo tierra si lo deseáis» , aseguró en su alegato.

Convertida en una de sus principales promesas de campaña, Duterte aboga por un plan de recompensas para acabar con los señores de la droga, así como por el regreso de la pena de muerte.

«Si te resistes, muestras resistencia violenta, mi orden a la Policía será disparar a matar. Disparar a matar contra el crimen organizado. ¿Habéis oído esto? Disparar a matar contra el crimen organizado», había aseverado tras conocer su victoria. Las palabras han dado sus sangrientos frutos: solo desde el 1 de julio, al menos 293 presuntos delincuentes ligados al negocio de la droga han perdido la vida en diversos tiroteos.

«Voy a pedir al Congreso la vuelta de las ejecuciones por ahorcamiento», anunciaba el dirigente en rueda de prensa en su confirmación como mandatario, con su intención de reintroducir la pena capital en el país asiático (abolida en 2006).

Las futuras medidas han dividido Filipinas, donde más del 85% de la población profesa el cristianismo. «Estamos en contra de la pena de muerte y los escuadrones de la muerte», reconocía a ABC Ramón Cabrera Argüelles, arzobispo de la ciudad de Lipa, en la isla de Luzón.

«Si el Gobierno (de Manila) retoma la pena de muerte estará violando la ley internacional» , asevera, por su parte, Jose Manuel I. Diokno, decano de la facultad de derecho de la universidad De La Salle y presidente del Grupo de Asistencia Legal Gratuita (FLAG).

Alto el fuego con los grupos maoístas

De forma paralela a la petición del incremento de esfuerzos contra los narcotraficantes, el presidente Duterte confirmaba este lunes un alto el fuego con los grupos maoístas en el país (CPP/NPA/NDF), en un conflicto extendido ya desde finales de la década de los 60.

Para el mandatario, el anuncio busca «detener inmediatamente la violencia en el terreno, restaurar la paz en las comunidades y proporcionar un entorno propicio para la reanudación de las conversaciones de paz».

No obstante, Duterte ha aseverado que recrudecerá la campaña contra la milicia islamista de Abu Sayyaf , que ejecutara hace unas semanas a uno de los rehenes en su poder, el canadiense Robert Hall. «Toda la fuerza del Ejército se dedicará a aplastar a estos criminales que operan bajo el disfraz de fervor religioso», aseveró.

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