Grupos armados reclutan en las escuelas de la República Democrática del Congo

La organización Human Rights Watch denuncia cómo los centros educativos se han convertido en objetivos militares

Un rebelde observa cómo ha quedado una escuela en Bunagana utilizada como arsenal por el Ejército Reuters

EDUARDO S. MOLANO

Cuando el libro se intercambia por el fusil. La organización Human Rights Watch (HRW) denuncia el ataque a escuelas por parte de los grupos armados en la República del Congo, así como el reclutamiento de menores de edad en el interior de los centros educativos o en su camino hacia ellos.

En el informe «Our School Became the Battlefield: Using Schools for Child Recruitment and Military Purposes in Eastern Democratic Republic of Congo» , HRW destaca cómo los combatientes del conflicto (tanto rebeldes como el Ejército) se han apoderado de las escuelas con objetivos militares.

«El acceso de los niños a la educación, a menudo, es más una lucha que un derecho en muchas partes del Congo» , denuncia Bede Sheppard, director adjunto para los derechos de los niños de HRW.

Los ataques a las escuelas y su uso para fines militares al este del país africano tuvieron su repunte a principios de 2012.

Entonces, decenas de excombatientes tutsis desertaron de las fuerzas estatales, y generaron un nuevo movimiento denominado M23 (según los acuerdos del 23 de marzo de 2009).

Mientras que para el Gobierno de Kinshasa la única motivación del nuevo grupo era proteger a su líder, Bosco Ntaganda, los rebeldes siempre han negado esta relación causa-efecto y aseguran que su huida se debía a las «inhumanas» condiciones de vida que sufrían en el Ejército, así como al impago de salarios.  «Nuestra revuelta solo pretende que se respeten los acuerdos de paz de 2009» , reconocía entonces a ABC el tutsi Bertrand Bisimwa, representante del ala política del grupo armado M23.

«La primera vez que el M23 vino para atacarnos, las FARDC [el Ejército congoleño] había ocupado nuestra escuela», señala un residente en el informe de HRW. «Y cuando las FARDC fueron expulsadas por el M23, estos también ocuparon la escuela. Nuestra escuela se convirtió en el campo de batalla» , añade.

Finalmente, acosado por sus enemigos y sin apenas ya aliados en la región, Ntaganda se rendía el 18 de marzo de 2013 en la embajada estadounidense de la capital de Ruanda, Kigali, más por las luchas internas entre las fuerzas rebeldes que por la presión judicial.

El caso de Lubanga

Sin embargo, el uso de menores de edad en el conflicto del Congo tampoco resulta del todo novedoso. Desde que en marzo de 2005 fuera detenido y trasladado un año después a La Haya, el horror de los crímenes cometidos por el exlíder rebelde Thomas Lubanga ha sido narrado con claridad milimétrica. La orden a sus tropas, compuesta en su mayoría de niños soldado, era clara: cercenar labios y miembros superiores e inferiores.

Ante estos testimonios, en julio de 2012, el Tribunal Penal Internacional (TPI) condenaba a 14 años de cárcel a este antiguo señor de la guerra por el reclutamiento de niños soldados en la región de Ituri, este del Congo.

Entonces, la Corte estableció la existencia de pruebas suficientes que demostraban la participación de la Unión de Patriotas Congoleños (UPC) y su brazo armado, las Fuerzas Patrióticas para la Liberación de Congo (FPLC) -ambos fundados y comandados por Lubanga-, en el reclutamientos de «menores de quince años» para su participación de forma activa en el conflicto entre el 1 de septiembre de 2002 y el 13 de agosto de 2003.

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