Golpe diplomático de la UE a China con el premio Sájarov al encarcelado disidente uigur Ilham Tohti

El prestigioso galardón de Derechos Humanos a este intelectual, que cumple cadena perpetua por separatismo, es un crítica a los campos de reeducación en Xinjiang

Pablo M. Díez

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En un severo bofetón diplomático a China, el Parlamento Europeo ha concedido este jueves el premio Sájarov de Derechos Humanos al intelectual de etnia uigur Ilham Tohti , condenado en este país a cadena perpetua por separatismo. «A pesar de ser una voz de reconciliación, fue sentenciado a cadena perpetua en una farsa de juicio en 2014. Con este galardón, instamos con fuerza al Gobierno de China a que libere a Tohti y apelamos al respeto de los derechos de las minorías», anunció el presidente del Parlamento, David Sassoli , según informa Reuters.

Además de reconocer la figura de Tohti, la Unión Europea critica así al autoritario régimen de Pekín por el internamiento masivo de musulmanes de la etnia uigur en campos de reeducación en la remota región de Xinjiang. A tenor de algunos cálculos que la ONU da por buenos, hasta un millón de personas habrían sido confinadas en dichos campos sin haber pasado por ningún proceso judicial, solo por el hecho de profesar el islam. Aunque Pekín negó al principio la existencia de tales campos, descubiertos mediante imágenes por satélite, luego aseguró que eran «escuelas de formación profesional» donde los uigures son internados para impedir la propagación del yihadismo , que en los últimos años ha provocado cientos de muertos en atentados y revueltas en Xinjiang.

Para acabar con estos brotes de terrorismo, sobre todo tras la matanza interétnica que dejó alrededor de 200 muertos en la capital provincial, Urumqi, en 2009, Pekín ha endurecido la represión sobre la minoría uigur. Desde su página «web» Uighur Online, muy criticada por las autoridades, Ilham Tohti denunciaba dicha represión en Xinjiang, una vasta y rica región a más de 4.000 kilómetros al oeste de Pekín cuyos habitantes autóctonos, los uigures musulmanes que hablan una lengua emparentada con el turco, aspiran desde los años 30 del siglo pasado a la independencia para formar el Turkestán Oriental.

Aunque a Tohti se le consideraba una voz moderada porque daba clases de Economía en la Universidad de las Minorías de Pekín, donde llevaba años investigando sobre las relaciones entre la mayoritaria etnia «han» y los uigures de Xinjiang, había tenido numerosos problemas con el régimen.

Tras pasar seis meses incomunicado, en los que su familia denunció un agravamiento de sus problemas de hígado, faringe y próstata, fue condenado a cadena perpetua en 2014 por separatismo . En virtud del artículo 103 de la Ley Criminal de China, dicho delito está penado con entre diez años y cadena perpetua o, incluso, con la muerte (artículo 113). Una durísima sentencia que fue muy criticada por Estados Unidos y la Unión Europea, que denunciaron la opacidad del proceso judicial y las durísimas condiciones de su encarcelamiento.

Tohti, que cumple 50 años mañana viernes, fue galardonado en septiembre con el premio Vaclav Havel del Consejo de Europa y ha sido nominado al Nobel de la Paz por un grupo de congresistas estadounidenses. Para su desgracia, sigue los pasos del también disidente chino Liu Xiaobo, que fue galardonado con el premio Sajarov y luego con el Nobel de la Paz y falleció de un cáncer fulminante en 2017 mientras cumplía once años de prisión por «incitar a la subversión contra el poder del Estado» con sus demandas de democracia.

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