El Gobierno de Birmania reconoce su derrota ante la arrolladora victoria de Aung San Suu Kyi
Aunque el escrutinio se retrasa, el partido opositor ha logrado 56 de los 57 escaños correspondientes a Rangún y 87 de sus 90 diputados locales
A la espera de que se anuncien los resultados oficiales en las históricas elecciones celebradas ayer en Birmania (Myanmar), las primeras en libertad desde hace 25 años, los partidarios de la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi siguen celebrando su más que previsible victoria. Ataviados con camisetas rojas y cintas en el pelo donde reza “Somos los ganadores”, varios miles de simpatizantes se han congregado este lunes ante la sede de la Liga Nacional para la Democracia (LND). Desafiando al aguacero que ha caído por la tarde, han seguido cantando, bailando y moviendo las banderas del partido, enseñas rojas con una estrella blanca y un pavo real amarillo, al son de los vídeos musicales grabados por famosos artistas birmanos que han hecho campaña a favor de Aung Sang Suu Kyi.
Aunque el anuncio del escrutinio se está retrasando, todos están convencidos del arrollador triunfo de “Madre Su”, como es cariñosamente llamada la Nobel de la Paz. Sin esperar más tiempo a la comunicación oficial, Aung San Suu Kyi anunció este lunes que su partido había ganado 56 de los 57 escaños parlamentarios correspondientes a Rangún (Yangón), la principal ciudad del país. De ellos, 45 pertenecen a la Cámara Baja y los doce restantes son de la Alta. Además, su formación se habría hecho con 87 de los 90 diputados del Parlamento local, según los recuentos comunicados por sus apoderados en los colegios electorales.
“Vamos camino de obtener más del 70 por ciento de los escaños en todo el país, pero la comisión electoral todavía no lo ha confirmado”, había asegurado horas antes el portavoz de la LND, Win Htein. Más cauta se mostró Aung San Suu Kyi, quien, dirigiéndose al público por la mañana desde un balcón, pidió moderación a sus exaltados seguidores. “Lo importante ahora es reconocer a los ganadores, pero también no humillar a los perdedores”, advirtió “La Dama”, como también ha sido apodada.
Culmina la transición
Mientras sus fieles están eufóricos en Rangún, el Gobierno empieza a digerir su abultada derrota. “Hemos perdido”, reconoció a la agencia Reuters el líder del Partido para el Desarrollo y la Solidaridad, Htay Oo . El rechazo de los electores ha sido tan contundente que el partido gobernante ha perdido incluso en la región del delta del Irrawaddy, su supuesto bastión electoral. “Estoy sorprendido. No me lo esperaba porque hemos podido hacer mucho por la gente de esta zona, pero es la decisión del pueblo”, se resignó Htay Oo.
Bastante cándidamente, también señaló que “debemos buscar los motivos por los que hemos perdido”. Tras más de siglo de brutal régimen militar, iniciado en 1962 por el dictador Ne Win y continuado luego por los generales Saw Maung y Than Shwe , sorprende que aún no se haya dado cuenta del odio que sienten la mayoría de los birmanos por el Ejército, que impuso el terror en este país y aplastó a sangre y fuego la Revolución de 1988 y la Revuelta Azafrán de los monjes budistas en 2007.
Al contrario que en los comicios de 1990, cuando la Junta militar anuló la victoria de Aung San Suu Kyi, las principales figuras del Gobierno y el Ejército ya han dejado claro en varias ocasiones que respetarán el resultado electoral. El esperado triunfo de la LND supondrá la culminación de la transición democrática iniciada hace cuatro años por un Ejecutivo reformista de antigos generales dirigido por el presidente Thein Sein .
“El partido en el Gobierno está controlado por los militares, que han oprimido al pueblo hasta que, gracias a la reciente autorización de las redes sociales y los móviles, hemos podido abrir los ojos”, razona Paing Set Soe, un muchacho de 22 años licenciado en Ingeniería Mecánica que había acudido con sus amigos para festejar la victoria de Aung San Suu Kyi. “Lo que espero de ella y de sus políticos, que están muy bien formados, es que nos ayuden a modernizar y desarrollar el país atrayendo inversión extranjera”, confiaba sus mejores deseos para el futuro.
En medio del júbilo desatado durante todo el día ante la sede de la Liga Nacional para la Democracia, con la multitud ocupando la calle y colapsando aún más el infernal tráfico de Rangún, otro joven, Ko Phyo, alertaba de “posibles maniobras del Gobierno para no perder el poder”. Refugiándose del chaparrón bajo los andamios de una obra, recordaba que “esta es nuestra oportunidad para el cambio y debemos seguir perdiendo el miedo, ya que, si queremos democracia, tenemos que luchar por ella”.