El Gobierno belga es acusado de claudicar ante los yihadistas
El alcalde de Bruselas exige la normalidad para «no vivir en un régimen islamista»
La vida intenta volver a la normalidad en Bruselas , pero ya no será sin consecuencias. Los colegios abren sus puertas hoy, con un aumento simbólico de la protección policial , el metro, los teatros y los centros comerciales intentarán funcionar como si no pasara nada. Pero en el escenario político la decisión de elevar el nivel de alarma hasta el máximo ha desencadenado toda una serie de debates que amenazan con desestabilizar la vida social de este pequeño reino.
En primer lugar, surgen las primeras y acerbas críticas contra el estado de sitio autoimpuesto por el Gobierno . Así el alcalde de Bruselas, Yavn Mayeur, al tiempo que defendía la reapertura de los centros escolares de la capital insistía en que es imprescindible la vuelta a la rutina de los ciudadanos para «no vivir bajo un régimen islamista», unas declaraciones que mezclan la lucha contra el yihadismo con las brechas en la cuestión de la falta de integración de una parte de la comunidad musulmana.
El Gobierno federal belga que preside el liberal Charles Michel intenta al menos retirar de la forma más discreta posible el estado de emergencia que ha provocado en los hechos. Michel ha llegado a decir que no ha sido responsabilidad del Gobierno decretar el cierre de centros comerciales o de colegios, sino de los alcaldes de los distintos barrios de la capital. Ahora mantiene hasta el lunes el nivel de alerta 4, el máximo , pero lo compensa con el envío de algunos policías más a los colegios para intentar tranquilizar a los padres. Así las cosas, Renaat Landuyt, el alcalde de la ciudad de Brujas, (que se mantiene en nivel 3 de alerta) ha decidido que el partido con el Napoles previsto para mañana se juegue, pero a puerta cerrada, es decir, sin espectadores, porque no tiene policías suficientes para garantizar la seguridad. Eso es lo que el diario «La Libre Belgique» considera que está dejando a los ciudadanos en «un océano de perplejidad» porque se extrañan de que no haya una lógica entre la decisión de mantener el mismo nivel de alerta y de reducir las medidas concretas.
En realidad, por lo que se ha informado hasta ahora, el riesgo esencial debería haberse disipado una vez que se confirmó ayer que el cinturón de explosivos que ha aparecido en Paris corresponde probablemente al que debía llevar Salah Abdeslam, el octavo terrorista de Paris, el hombre más buscado de Europa, y que era la pieza que justificaba las medidas de seguridad en Bruselas. Sin embargo, en lugar de reducir el nivel de preocupación, la ministra de Educación, Joele Miliquet, ha sugerido que los colegios se doten de «habitaciones seguras» donde los alumnos puedan refugiarse, a lo que Yvan Mayeur, el alcalde de Bruselas ha respondido diciendo que no quería ni vivir bajo el mandato de los islamistas ni en una sociedad donde los niños tengan que pensar en como llegar al bunker.
«Islamo-socialismo»
También los nacionalistas flamencos han sacado sus cuchillos y han acusado de todo al «laxismo de los políticos valones» y al «islamo-socialismo».
El editorial de ayer de «La LIbre» se defendía por su parte de las críticas de la prensa francesa contra los fallos de seguridad en Bélgica, «que serían mejor recibidas si viniesen de un país infalible desde el punto de vista policial y ejemplo de integración». Al menos el primer ministro Charles Michel se puede consolar con el mensaje que le envía su colega francés Manuel Valls diciendo que al declarar el nivel de alerta máximo «ha tomado la decisión correcta. No son los gobiernos los que crean la ansiedad y la psicosis, son los actos terroristas los que los crean».