Gana el nacionalismo corso que depende del dinero de París
La independencia ya no es reclamo en una isla cuyo presupuesto financia el Estado
En la nueva asamblea nacional de Córcega tienen mayoría relativa varias familias nacionalistas unidas, cuyo programa político ha quedado reducido a un mínimo histórico , apenas testimonial, en una isla cuya economía depende masivamente del Estado, cuyas donaciones aseguran el 59,5 % de los ingresos del gobierno local.
En la segunda vuelta de las elecciones regionales celebradas el pasado domingo, todas las listas regionalistas corsas sumaron 136.380 de los 26.455.563 votantes en toda Francia. Entre esos 136.380 votos regionalistas corsos, 52.839 electores (un 35,34 % de los votos locales) votaron la lista nacionalista liderada por Gilles Simeoni, alcalde de Bastia, hijo de Edmon Simeoni, uno de los protagonista de los tiroteos de Aléria, en 1975, cuando el desaparecido Frente Nacional de Liberación de Córcega (FNLC) proponía la lucha armada para conquistar la independencia.
Cuarenta años más tarde, el FNLC ha desaparecido y el nacionalismo corso se ha dividido en numerosas familias que oscilan entre la moderación y el «apocalipsis» , en una isla que tiene 321.000 habitantes, subvencionados masivamente por el Estado.
«Per a Corsica» (PaC), la lista ganadora en Córcega, integra a nacionalistas moderados y radicales, en un cóctel que Gilles Simeoni ha deseado diluir en un nebuloso ecumenismo: «Nadie debe sentir ninguna inquietud. Nosotros seremos los representantes de todo nuestro pueblo» . Según los expertos en el codificado lenguaje político corso, «todo» es una síntesis en la que caben nacionalistas, menos nacionalistas, reformistas, incluso agnósticos en patriotismo corso.
Renacimiento económico
Durante la pasada campaña regional, los grandes temas de PaC fueron la lucha contra los «clanes» y el «renacimiento económico» de la isla. Temas eternos de la política corsa, desde Napoleón. Denunciando las familias y los clanes, Gilles Simeoni nombra el cáncer bien conocido de la política corsa, dominada por padrinos cuyo «patrimonio electoral» se transmite de padres a hijos, durante generaciones. Apelando al «renacimiento económico» , PaC se pone en manos del Estado, cuyas donaciones presupuestarias supusieron el año pasado el 59,5 % de los ingresos del gobierno regional.
Entre los miembros del colectivo PaC hay nacionalistas de muy diversa tendencia. Artífice de la unión electoral y la victoria, Gilles Simeoni (abogado de algún patriota condenado por delitos criminales) deberá componer con muy distintos interlocutores para poder gobernar y pagar a sus funcionarios.
Con 24 escaños en un parlamento local que tiene 51, la coalición PaC tendrá que pactar con familias no nacionalistas una compleja gestión del día a día . El gobierno regional tiene modestos ingresos propios, insuficientes sin las donaciones estatales, imprescindibles para asegurar la normalidad de la comunicación diaria entre la isla y el resto del territorio nacional.
El resto de las familias políticas corsas viven la fragmentación de clanes apenas unidos por relaciones familiares. A la izquierda, el líder de los socialistas o «radical socialistas» corsos, Paul Giacobbi, está envuelto en una nube de escándalos y debe vivir rodeado de guardaespaldas. A la derecha, Sarkozy no ha conseguido que su partido, Los Republicanos, tenga un solo representante en la isla, aceptando que la derecha corsa tenga dos líderes enfrentados.