Fuertes medidas de seguridad durante la cumbre de Trump y Putin
Para evitar la llegada de activistas de movimientos antiglobalistas u otras organizaciones radicales, las autoridades finlandesas han reintroducido los controles fronterizos
Tras las tenues acciones de protesta del domingo, e l centro de Helsinki y los aledaños del Palacio Presidencial , lugar de encuentro de los presidentes Donald Trump y Vladímir Putin , han aparecido tomadas por la Policía y fuerzas del Ejército. El tráfico rodado fue cortado en varias calles, incluido el transporte público, y ni siquiera andando es posible acercarse a la sede de la Presidencia finlandesa.
El reforzamiento de la seguridad ha sido la principal consecuencia y la más visible de que Finlandia se haya visto de repente como anfitriona de una reunión entre dos poderosos líderes mundiales. Agentes de los servicios de seguridad estadounidense y ruso se han unido estos últimos días al paisaje de la ciudad.
Para evitar la llegada de activistas de movimientos antiglobalistas u otras organizaciones radicales, las autoridades finlandesas han reintroducido los controles fronterizos con los vecinos de la Unión Europea durante cuatro días. Pese al dispositivo desplegado, las acciones de protesta han sido inevitables aunque no han tenido una gran incidencia.
La manifestación más numerosa «Helsinki Calling» (la llamada de Helsinki) apenas ha reunido a un millar de personas . Los asistentes han protestado por la presencia en la ciudad de dos jefes de Estado a los que consideran antidemocráticos e irrespetuosos con los Derechos Humanos.
El cordón de seguridad ha afectado sobre todo a la popular plaza del mercado, situada en el puerto, frente a la catedral de San Nicolás y junto al Palacio Presidencial , cerrada a cal y canto. Los vendedores se han quejado de que, en plena temporada alta, van a sufrir pérdidas. Hasta el tráfico marítimo ha sido restringido y los ferrys repletos de turistas desviado a otra dársena. Se ha aconsejado a la población procurar no asomarse a las ventanas al pasar las comitivas de Putin y Trump.
El diario finlandés de más tirada, «Helsingin Sanomat», ha colocado anuncios en varios puntos de la ciudad y a la entrada de algunos grandes almacenes con la frase en inglés y ruso: «Señor presidente, bienvenido a la tierra de la libertad de prensa ». En otros vallas publicitarias aparecen titulares relacionados con actitudes hostiles de ambos presidentes hacia los medios de comunicación, por ejemplo, Trump tachando a la prensa de «enemigo del pueblo».
Aunque no sin cierto esfuerzo, debido a que la cumbre se convocó de improviso y ha pillado a gran parte de los funcionarios finlandeses de vacaciones, Helsinki ha conseguido prepararse en un tiempo récord. Esta cumbre ha sacudido la habitual tranquilidad de esta pulcra ciudad nórdica, provocando sentimientos encontrados. Unos se alegran de acaparar la atención mundial aunque sea por un día mientras otros hubiesen preferido un encuentro entre lideres menos polémicos, más democráticos y con mejor reputación.
Las autoridades se han volcado con los más de 1.500 periodistas acreditados a la cumbre, organizando una acogida sin precedentes y una condiciones óptimas de trabajo en el centro de congresos «Finlandia Talo».
La capital de Finlandia ya fue escenario de intentos de distensión durante la «Guerra Fría», el más relevante la Conferencia de Helsinki de 1975 con la que la OSCE se puso en marcha y a la que asistieron el presidente norteamericano, Gerald Ford , y el líder soviético, Leonid Brézhnev .
En esta apacible ciudad a orillas del Báltico se celebró además una crucial cumbre entre los presidentes estadounidense y soviético, George Bush y Mijaíl Gorbachov , en 1990, con la guerra de Irak como telón de fondo. Bill Clinton y Borís Yeltsin también se vieron en Helsinki, en 1997, con la ampliación de la OTAN como tema principal de discusión.
La elección de Finlandia como sede de grandes cumbres se ha debido siempre a su neutralidad. El país formó parte del Imperio ruso hasta que, tras la Revolución bolchevique, Lenin no la convirtió en una república soviética más , sino que la concedió la independencia, lograda por primera vez en toda su historia. Finlandia tuvo más tarde una guerra con la URSS, entre 1939 y 1940. Las hostilidades se reanudaron en 1944, pero el país escandinavo consiguió mantener su independencia.
Después, en 1948, Moscú y Helsinki firmaron un Acuerdo de Amistad y Cooperación con la neutralidad finlandesa como principal exigencia soviética. Finlandia estableció unas relaciones privilegiadas con el gigante comunista, con el que tiene una frontera común de 1.300 kilómetros. Se convirtió así en un puente de contacto entre Occidente y la URSS. De ahí que, pese a ingresar en la UE, no lo hizo en la OTAN. Según el presidente finlandés, Sauli Niinistö, «Finlandia ha defendido de forma coherente el diálogo en las relaciones internacional. La reunión de los presidentes en Finlandia es la continuación natural de esto».
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