Freital, la punta del iceberg del terrorismo ultraderechista alemán
La desconocida localidad de Freital salta a las primeras planas después de que la Policía haya desarticulado lo que considera una banda organizada para infundir el terror contra los refugiados. Muchos analistas alertan de la existencia de grupos similares por todo el país
![Freital, la punta del iceberg del terrorismo ultraderechista alemán](https://s2.abcstatics.com/media/internacional/2016/04/24/freital-reuters--620x349.jpg)
Cuando, en la madrugada del martes, agentes de la unidad especial GSG 9 entraron armados hasta los dientes en varias casas de Freital por orden del fiscal federal y detuvieron a cinco personas, desarticulando así un grupo terrorista de extrema derecha e incautando abundante material explosivo, muchos alemanes se preguntaron en qué punto del territorio estaría esa desconocida ciudad alemana. Los informativos de televisión situaban junto al busto parlante del presentador un improvisado mapa en el que aparecía un punto rojo a escasos 8 kilómetros de Dresde, en la Alemania del este, para ubicar una ciudad que no llega a los 40.000 habitantes y que en pocas horas fue invadida por reporteros tratando de esclarecer in situ las claves del foco de «estructuras regionales de terrorismo de extrema derecha», como las había definido el ministro de Interior alemán, Thomas de Maizière.
«Tienen que irse todos. ¿Qué han venido a hacer aquí?», responde brevemente un hombre de unos 70 años que parece volver a casa de hacer la compra y que señala el edificio al otro lado de la calle, un antiguo hotel reconvertido en albergue para refugiados. «La gente está convencida de que son delincuentes y violadores», explica Steffi Brachtel, una voluntaria que acude a impartir clases de alemán, «pero ellos son gente que ha pagado unos 10.000 euros por persona a las mafias que les ayudan a salir de sus países y que ahora están encerrados, esperando los papeles, atemorizados por grupos que de noche se acercan y les gritan. Menos mal que no entienden las palabras».
Durante meses, el clima social se ha ido enrareciendo. Se sabe que en esta ciudad tiene su domicilio el fundador del movimiento xenófobo Pegida (Patriotas Alemanes contra la Islamización de Occidente), Lutz Bahmann, pero los vecinos se cierran en banda y nadie revela dónde se encuentra la vivienda. El alcalde, Uwe Rumberg (CDU), no ha condenado públicamente los ataques reiterados que ha sufrido el albergue, se limita a contestar a la prensa que «cumple órdenes» regionales al acoger a los 700 refugiados adjudicados a su circunscripción y que está «en contra de todos los extremismos, ya sean de derecha o de izquierda». Su oficina informa que no hay presupuesto para aumentar la seguridad de los centros de acogida y la Policía local no consigue dar con la identidad de los encapuchados que a menudo lanzan objetos incendiarios por las ventanas del albergue y que han dado varias palizas a sus ocupantes cuando salían a realizar alguna compra.
Los documentos de la Fiscalía, sin embargo, contienen información concreta obtenida en los interrogatorios a dos detenidos anteriormente, Timo S. y Patrick F., a partir de cuyos testimonios pudo el fiscal establecer la existencia de un grupo violento organizado. Cuatro de los cinco detenidos el martes, todos ellos componentes del denominado por el fiscal «Grupo Freital», están acusados de intento de homicidio y lesiones corporales graves y de haber colocado dos bombas explosivas con las que causaron daños de diversa consideración en propiedades privadas, posiblemente con la intención de amedrentar a alcaldes de los alrededores comprometidos en la operación acogida. Al quinto detenido se le acusa de haber causado heridas graves a un refugiado.
«Chavales sanos»
El autor del libro «Terrorismo de Extrema Derecha en Alemania», Olaf Sundermeyer, advierte que este no es un grupo aislado. «Existe una red con apoyos en todo el territorio alemán, claro que puede hablarse de terrorismo y si no actúan causando mayores daños es porque la Policía los tiene suficientemente infiltrados», asegura en una de las múltiples entrevistas que ha concedido esta semana. «No crean nada de lo que dicen los periodistas. Solo son un grupo de chavales sanos y los están acusando de criminales», ha defendido a su hijo el padre de Patrick F en declaraciones a Spiegel-TV.
Pero en las vacías calles de Freital se respira algo que no es precisamente «sano». Pintadas en los cajetines de la electricidad en las que se puede leer «No Asilo». Coches aparcados con la difícilmente casual matrícula «AH 18», código de Adolf Hitler. Vecinos que piden en voz baja a los periodistas: «Por favor, salgan de mi jardín, me van ustedes a crear un gran problema».
«Lo que ocurre en Freital es muy complejo y no se solucionará solo llamando a la tolerancia»
Frank Richter vive en Freital. Es teólogo, fue una figura clave de la disidencia en la RDA y ahora trabaja en la Agencia Estatal para la Formación Política. «Lo que está ocurriendo en Freital es moralmente condenable», reconoce, «pero es necesario entender que es consecuencia de la ignorancia y de una problemática muy compleja que no se solucionará solamente llamando a la tolerancia y a la apertura».
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