Francisco de Andrés - A propósito
¡Qué vienen los rusos!
Moscú quiere mantener prietas las filas entre sus aliados bolivarianos
Mera coincidencia o no, la visita del presidente interino venezolano, Juan Guaidó, a la sede de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Washington, se solapó ayer con la presencia en la región del ministro de Exteriores ruso, Lavrov. El canciller de Putin –que comenzó el miércoles su gira en Cuba, ayer estuvo en México, y hoy concluye la visita en Venezuela– ha querido poner de relieve cuáles son las cartas y los peones de Moscú en la región, un área que tradicionalmente Estados Unidos considera su «backyard», su patio trasero. Aunque el caso mexicano tenga muchos más matices que el de los regímenes marxistas-leninistas instalados en Caracas y La Habana, algunos de los mensajes se han repetido. Y uno de ellos es el respaldo de Moscú a ese trampantojo de organismo latinoamericano llamado Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), que impulsó en 2011 Hugo Chávez para competir con la veterana OEA. en la que participa, con un lógico papel estelar, Estados Unidos.
La antesala cubana y el corolario venezolano de la gira de Lavrov han servido en realidad para esconder el plato fuerte de su viaje relámpago: la cita con las autoridades del Gobierno mexicano de López Obrador. El pretexto comercial es el impulso de las relaciones comerciales –armas rusas para combatir el crimen, más rampante que nunca en México, a cambio de tequila– en una relación comercial que apenas llega a los 3.000 millones de dólares anuales, frente a los 550.000 millones que representan los intercambios entre el país azteca y los Estados Unidos.
La cuestión de fondo no es comercial, sino política, y tiene ciertas resonancias al caso «Ábalos-Delcy». El régimen ruso quiere mantener prietas las filas entre sus aliados bolivarianos –que menguan, después de la salida del club de Ecuador, Brasil y Bolivia–, y ha pedido a México que mantenga firme su negativa a reconocer a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela. El viejo populista López Obrador tiene en ocasiones ramalazos de pragmatismo que preocupan a los rusos.
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