Francisco de Andrés

Una tradición británica

El proceso interminable del Brexit empieza a parecerse al manoseado «proceso de paz de Oriente Medio»

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Estamos en el año 2145. El «premier» británico acude en viaje oficial a Bruselas para solicitar formalmente una extensión del plazo del Brexit. Nadie sabe exactamente cuándo nació esta tradición. Pero lo cierto es que cada año atrae a un número muy considerable de turistas.

El chiste, uno de tantos sobre el plan de salida del Reino Unido de la Unión Europea que corre por las redes sociales, va camino de convertirse en realidad. ¿Será enero, pongamos que febrero, de 2020 la fecha mágica para la salida británica del Reino Unido? Probablemente no.

En primer lugar porque la clase política británica –tanto conservadora como socialista – está desarbolada y es difícil creer que vaya a encontrar el rumbo en dos o tres meses. El líder de la oposición, Jeremy Corbyn, no para de dar bandazos, y aunque ahora afirma que apoya elecciones generales adelantadas, un sector de su partido cree que comete un error de bulto por no centrarse exclusivamente en otro referéndum sobre la UE.

La situación en el bando «tory» no es mucho más halagüeña. Aunque ayer rectificó parcialmente, la decisión jacobina de Boris Johnson de enviar a galeras a más de 20 de sus diputados el pasado mes de septiembre indica que la simiente de la confusión también ha prendido entre los conservadores. En el más optimista de los casos –que los «tories» ganen con holgura las elecciones anticipadas– está por ver cómo se resetea el proceso con Bruselas.

¿Será, pues, la del 31 de enero, la última prórroga que los socios comunitarios, cansados con toda razón, conceden al Reino Unido? Tampoco ellos están decididos a cortar el proceso, que es un término parecido al manoseado «proceso de paz de Oriente Medio», algo que parece condenado a estar siempre en marcha para justificar su significado. De vez en cuando un político europeo, normalmente francés, da un puñetazo mediático en la mesa. Pero en el fondo nadie está interesado en que los británicos, grandes contribuyentes, abandonen el club. Y si hay que esperar hasta el siglo XXIII, se espera.

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