Francisco de Andrés

Goodbye boys!

Aunque Trump no es un republicano típico, su resistencia a las guerras conecta con la tradición: los demócratas son más belicistas

Blindados en una base norteamericana cerca de Bagdad AFP

No sabemos si al presidente Trump le aman los soldados norteamericanos, tal como ha escrito en su cuenta de Twitter esta semana, pero probablemente ese es el sentimiento de las madres, esposas y novias de los militares desplegados fuera de Estados Unidos. Donald Trump llegó a la Casa Blanca con la promesa de retirar a su país de las «guerras inacabables» que salpican el planeta, y la está cumpliendo. Casi la mitad de los 5.000 militares norteamericanos que aún operan en Irak en apoyo del régimen allí establecido tras la guerra se irán del país antes de que acabe el mes. El resto lo hará «lo antes posible», así que Bagdad tendrá que asumir que debe mejorar con rapidez la eficiencia de sus fuerzas de seguridad frente a las células durmientes de Daesh en Irak, y las activas de varios grupos chiíes respaldados por Irán. La guerra acabó oficialmente en Irak en 2011, y ya iba siendo hora de que los «boys» americanos regresaran a casa.

Tras ellos llegará el turno al enorme contingente estadounidense que aún sigue en Afganistán, el tradicional cementerio de las potencias coloniales. Y en paralelo se irán los restos que siguen en Siria, donde hace mucho que se cumplió el objetivo original de desmantelar el Estado Islámico que Daesh había creado en su zona fronteriza con Irak. Otra presencia militar mantenida de modo sorprendente por la Administración de Barack Obama, el laureado –a modo preventivo– Nobel de la Paz.

Por deformación profesional, Donald Trump es un apasionado de los negocios, no de la guerra. El multimillonario neoyorquino es un antibelicista convencido y un crítico abierto de los intereses creados en torno al Pentágono por la poderosa industria militar. Conecta plenamente con la corriente aislacionista de buena parte del pueblo norteamericano, y entronca con la tradición republicana aunque él sea un «outsider». Las cinco mayores guerras en las que estuvo implicado EE.UU. se han desarrollado bajo el mandato de presidentes demócratas: la que le enfrentó a México, la Primera y la Segunda guerra, y los conflictos de Corea y Vietnam.

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