Francisco de Andrés
De aquellos polvos estos lodos
El chavismo utiliza la misma ideología del dictador Pérez Jiménez, surgida en los años 50, rebautizándola como de izquierdas
Venezuela conmemoró ayer dos efemérides: el primer año de Juan Guaidó al frente de la azarosa Presidencia interina, y un nuevo aniversario de la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez, allá por 1958. Muchos consideran que su periodo sembró la semilla de los problemas políticos y sociales que sufre el país. Otros, en cambio, lo ven como un héroe nacionalista, un patriota. Entre estos figura Hugo Chávez, que en 2010 declaró que Pérez Jiménez «fue el mejor presidente que tuvo Venezuela en mucho tiempo». Construyó decenas de autopistas, monumentos públicos y bloques mastodónticos de viviendas en Caracas con una sencilla fórmula de economía «keynesiana»: utilizar los recursos energéticos del país para dar trabajo a los venezolanos y para importar bienes. Venezuela crecía a ojos vista, era la admiración del mundo por sus infraestructuras de vanguardia, y todo se veía además adobado con una doctrina de saldo patriotera, que vino a llamarse Nuevo Ideal Nacional. Era un batiburrillo de derechas, mezcla de nacionalismo, militarismo, patriotismo y socialismo económico, que vino pintiparado para que. con Hugo Chávez, el nuevo credo bolivariano lo recuperara, después de rebautizarlo como doctrina de izquierdas, lo que se llevaba.
En el interludio, las lluvias que sembró el interés casi nulo por industrializar Venezuela se vieron alimentadas con gobiernos anodinos. Hasta que llegó Carlos Andrés Pérez. Durante el primer gobierno de CAP Venezuela se vio bendecida con el boicot mundial árabe del crudo. Los petrodólares inundaron el país caribeño. Era la «Venezuela saudí». Pero el dinero desaparecía por las cloacas de una corrupción rampante, que nadie se atrevía a criticar porque CAP era un santón de la Internacional Socialista.
Llegó la segunda presidencia de Carlos Andrés Pérez, el país se precipitó en la política dura de ajustes, y estalló la revuelta callejera. Fue el «caracazo» de 1989 el que terminó de abrir las puertas al teniente coronel Chávez, que echó los dientes tres años más tarde con su primera asonada. Pero la la historia había comenzado mucho antes.