Francisco de Andrés

AMLO sin mascarilla

López Obrador parece anteponer la economía a las vidas de mexicanos

López Obrador en una rueda de prensa este miércoles pasado, con un billete de 2 dólares AFP

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Con las fronteras abiertas y medidas mínimas espera el Gobierno populista de izquierdas de López Obrador (Amlo) la explosión de la pandemia en México, con la confianza puesta en que el dios del Covid-19 no llore sobre el país como lo hizo en 2009 la epidemia de la gripe porcina. Por increíble que resulte, el viejo demagogo del indigenismo está más preocupado por la balanza de pagos, el PIB y el comercio exterior que por las vidas de sus conciudadanos, y ha hecho saber a través de sus adláteres que México no tomará medidas extraordinarias hasta que la situación sea realmente grave en un país que cuenta con 120 millones de ciudadanos.

¿Cuál es la situación real del virus en México? Oficialmente las cifras de afectados son bajas, con solo una muerte hasta ayer, pero las redes sociales mexicanas arden por el pánico, y es obvio que los afectados se cuentan ya por decenas de miles en las grandes ciudades. La vida sigue aparentemente normal, salvo que los colegios privados han cerrado sus puertas. El presidente se niega a cerrar los públicos, a tomar medidas sobre el movimiento de personas que puedan perjudicar a la economía, y se limita a señalar el camino de los centros de salud estatales. Es decir, de los hospitales temidos por todo mexicano capaz de ahorrar un centenar de euros al mes para pagarse un seguro privado, porque en condiciones normales una clínica o ambulatorio públicos en México son –por su falta de medios y de higiene– una fuente casi segura de contagio.

Amlo vive feliz e indocumentado en el Palacio Nacional, residencia de Hernán Cortés y de los últimos virreyes, y donde también vivió Moctezuma, el último gobernante azteca, a quien trata de emular. Amlo no viaja ni recibe visitas de jefes de Estado extranjeros. Nada de riesgos ni molestias innecesarias a su edad. Pero sus ministros le rinden cuenta exacta de las cifras, y él hace los cálculos. En 2009 gobernaba Felipe Calderón, un presidente conservador, que posiblemente salvó muchas vidas con sus medidas de excepción por la gripe porcina. ¿Cuánto perdió México aquel año? Un 5,1 por ciento de su PIB. «¡No manches!», parece haber respondido Amlo.

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