Francia refuerza sus lazos comerciales con Cuba para reflotar su economía
Además de incrementar las inversiones entre ambos países, Hollande hace un guiño a la izquierda francesa
François Holland e comparte con Fidel y Raúl Castro una misma ilusión: sustituir la eficacia económica por la ideología para intentar «suplantar» a España y otros países europeos en el terreno estratégico de las inversiones y el comercio exterior.
En términos apenas velados, Hector Igarza Cabrera , embajador de Cuba en París, ha resumido tal ambición, con motivo de la reciente visita a París de Raúl Castro, de este modo: «Cuba ha decidido diversificar sus relaciones comerciales . Antes de la Revolución, nuestro interlocutor privilegiado fueron los EE.UU. Luego fue la difunta Unión Soviética. Cuba ha decidido diversificar su comercio exterior. Francia puede ayudarnos en Europa. Y Cuba puede ayudar a Francia en América Latina…».
España ha sido y continúa siendo el primer interlocutor económico de Cuba, antes, durante y después del «putch» comunista. España sigue siendo el tercer importador mundial de productos cubanos (después de Venezuela y China ). Entre las importaciones cubanas, España ocupa un semejante tercer puesto.
Un puesto marginal
Durante el último quinquenio, Holanda y Alemania han incrementado su presencia en Cuba de manera significativa, cuando Francia sigue ocupando un puesto marginal en el comercio exterior cubano. Tras el hundimiento de la URSS , la Venezuela de Chavez ocupó el puesto de potencia protectora de la tiranía cubana. En crisis el modelo chavista, los Castro y Hollande esperan «impulsar» con retórica ideológica el vacío de la ineficacia económica francesa y el infierno burocrático cubano.
En términos puramente técnicos, Olivier Dabène, especialista en relaciones euro-americanas, comenta tales proyectos de diplomacia ideológica: « Condonando parte de la deuda cubana , Francia espera aprovecharse comercialmente, intentando conseguir favores políticos que faciliten la implantación de empresas francesas en Cuba. El Gobierno francés espera que la restauración del diálogo con Cuba permitirá abrir oportunidades empresariales en otros países.»
Janette Habel, politóloga y profesora en el Instituto de Altos Estudios de América Latina, en la Universidad de París, analiza el proceso en curso: «A juicio del presidente Hollande, la normalización de las relaciones de Francia con Cuba permitirá facilitar las relaciones con otros gobiernos latinoamericanos , sobre todos con los gobiernos de izquierdas, como Venezuela, Bolivia, Ecuador, incluso Brasil ». Tras la diplomacia ideológica, acompañada de un silencio absoluto en el terreno de los derechos humanos, Francia espera conseguir algunas rentas comerciales, que las grandes empresas francesas no se apresuran a confirmar.
Tras España, Holanda ha conseguido recientemente mejorar sus posiciones comerciales y empresariales en Cuba, gracias a la presencia histórica de grandes empresas, como Unilever.
La docena de acuerdos políticos y comerciales firmados por François Hollande y Raul Castro, días pasados, han sido concebidos para conseguir a través del voluntarismo ideológico lo que no ha conseguido la eficacia económica y comercial. Al día de hoy, Cuba sigue siendo un mercado muy burocratizado para las grandes empresas que no tienen el español como lengua de trabajo. Y el incumplimiento francés de todos los compromisos de Estado , en la zona euro, priva a París de una influencia significativa para «apoyar» a un «aliado» muy «controvertido», como la Cuba de los hermanos Castro.
La maniobra ideológica/diplomática, también tienen una dimensión estrictamente local y electoral.
Indulgencia
A quince meses de las próximas elecciones presidenciales, Hollande necesita reconstruir una plataforma electoral para todas las izquierdas, del PS a la extrema izquierda. Caído en el pozo negro de los sondeos, como el presidente más impopular de la historia de la V República, el jefe del Estado ha comenzado a hacer «guiños» a la izquierda socialista –a los ecologistas, el PCF y el Frente de Izquierdas (FDI)–. Dando un «giro a la izquierda» de su diplomacia ideológica, Hollande espera conseguir alguna indulgencia de comunistas y extrema izquierda, siempre fieles al despotismo castrista y el despotismo populista venezolano.
Jean-Luc Mélenchon, líder del FDI, se apresuró a comentar los nuevos acuerdos franco-cubanos con esta sentencia: «Castro es lo único que tiene bueno François Hollande». Se trata de un elogio envenenado pero elocuente. El presidente de la República espera «abrir mercados» a las empresas francesas, al mismo tiempo que aspira a «reconquistar» el electorado izquierdista , mínimo pero indispensable para un candidato socialista a la presidencia de la República.
Al frente del PS, como secretario del partido gubernamental, Jean-Christophe Cambadélis es el hombre de Hollande responsable de la «reconstrucción» de algo parecido a un «frente de izquierdas» que, llegado el momento, pudiera servir de maquinaria de guerra electoral a jefe del Estado. Ilusión política tan problemática como el uso de la ideología para allí donde está fracasando la economía nacional.