Francia no fue cómplice del genocidio en Ruanda de 1994, según la comisión de historiadores de Macron
El presidente de la República ha impulsado varias investigaciones sobre temas sensibles de memoria
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Francia tiene que hacer frente a sus responsabilidades «pesadas y abrumadoras» en el genocidio de Ruanda en 1994, pero no fue cómplice de la limpieza étnica, según se anunció este viernes, con la publicación de las conclusiones de la comisión de historiadores que ha estudiado este acontecimiento controvertido y trágico del pasado más reciente del país. Hace dos años, el presidente de la República, Emmanuel Macron, pidió que se investigaran los hechos, para lo que ordenó la composición de un grupo dedicado a esa labor, capitaneado por Vincent Duclert.
«¿Fue Francia cómplice del genocidio de los tutsis? Si comprendemos por ello la voluntad de asociarse a la empresa genocida, nada en los archivos consultados lo demuestra», afirman los historiadores en sus conclusiones. «Francia, sin embargo, se situó durante mucho tiempo al lado de un régimen que animaba a las masacres racistas. Permaneció ciega ante la preparación del genocidio por los elementos más radicales del régimen», añade el documento.
Sobre la Operación Turquesa , la intervención militar francesa que permitió que cientos de miles de refugiados hutus y responsables del genocidio huyeran al antiguo Zaire, las conclusiones la califican de «acción humanitaria».
Críticas
«Me parece un despropósito que se hayan invertido dos años para llegar a esta conclusión. Las relaciones de Francia con Ruanda son malas. Si Macron ha hecho todo esto para llegar a una solución, no lo va a lograr de esta manera», explica a ABC el africanista Omer Freixa (Israel, 1980). Crítico con la formación de la comisión investigadora, que solo ha incluido a historiadores franceses y parece haber dejado a un lado las voces ruandesas, no está solo en su discurso desfavorable frente a la iniciativa del presidente.
Poco después de conocerse la resolución, la organización Survie , encargada de luchar contra la llamada ‘Françafrique’, la presencia francesa en África, denunciaba a través de un comunicado: «El apoyo francés a los genocidas no fue nada ciego . Prosiguió incluso después del genocidio, cuando los hechos ya eran conocidos». Por lo tanto, «Survie va a analizar en profundidad el documento y publicará próximamente un informe».
Entrevistado hace semanas por ABC, el investigador François Graner , al que una sentencia histórica del Consejo de Estado de Francia concedió el pasado verano el permiso para consultar los llamados Archivos Mitterrand , esenciales para desvelar nuevos datos sobre el papel del Elíseo en el genocidio, afirmaba: «Macron hizo un avance y un retroceso. Un avance porque abrió más archivos, incluido uno militar, y un retroceso porque solo los hizo accesibles para algunas personas», en referencia a la comisión. Bajo su punto de vista, ningún sistema democrático debería ofrecer dificultades a los interesados por hechos de su pasado.
Dos años de investigación
Durante sus pesquisas, que han realizado a lo largo de dos años y con el análisis de unos 8.000 documentos , los historiadores han abordado las políticas de Francia hacia Ruanda entre 1990 y 1994. En esa primavera, comenzó el genocidio, incitado desde las radios y en un clima de odio explosivo y casi demencial. El 6 de abril, el día que un misil derribó el avión en el que viajaba el presidente ruandés, el hutu Juvénal Habyarmana, las matanzas comenzaron en las calles de Kigali, para extenderse muy pronto al resto del país.
Cuando se produjo el genocidio, el presidente de Francia era el socialista François Mitterrand , un político con una biografía sumida en las sombras de la Ocupación y la guerra de Argelia. Según los expertos consultados por ABC el pasado febrero, la principal inquietud del mandatario era mantener la zona de influencia francófona en África, una labor que le facilitaba el régimen hutu, aliado y en el que se hablaba francés. Exiliados en Uganda, apoyados por Estados Unidos y preparados para regresar a su tierra, los tutsis, organizados en el Frente Patriótico Ruandés (FPR), eran anglófonos, por lo que suponían un freno a ese deseo.
Dispuesto a enfrentarse al lado más oscuro del pasado de Francia, Macron ha intentado aportar luz sobre varios asuntos delicados de la memoria histórica de su país. A principios de marzo, declaró que Alí Bumeyel , un destacado dirigente del nacionalismo argelino, fue asesinado por tropas francesas en 1957, en el marco de la guerra de independencia. Hoy, su labor se ha dirigido a las víctimas del genocidio de Ruanda, donde 800.000 tutsis y hutus moderados fueron asesinados durante la primavera de 1994.
Perpetradas con machetes y a menudo por ciudadanos que abandonaron sus quehaceres agrícolas para convertirse en asesinos, la brutalidad del genocidio asombró al mundo.
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