Fracasan las mociones de censura contra Macron y su «decretazo»
Tras la fallida la movilización sindical callejera siguió una esperpéntica sesión parlamentaria de más de seis horas en la Asamblea Nacional
«Éramos pocos y…» fracasaron las movilizaciones callejeras y mociones de censura contra el proyecto de Ley de reforma del sistema nacional de pensiones, erosionando, sin embargo, las posiciones de fuerza de Emmanuel Macron, vencedor solitario de unas oposiciones sindicales y políticas víctimas impotentes de su fragmentación.
Al filo de la media noche, el presidente de la Asamblea Nacional, Richard Ferrand, leyó el resultado de la primera moción de censura: «Eran necesarios 289 votos. La moción de censura solo obtuvo 141. Al no existir mayoría, la moción de censura fue rechazada ». Una hora más tarde, ya de madrugada, se consumaba el segundo fracaso de la segunda moción de censura. Culminaba en la confusión y el desencanto el proyecto fallido de «derrocar» al gobierno de Emmanuel Macron.
Así culminaba una larga y esperpéntica jornada de protesta callejera y parlamentaria contra Emmanuel Macron.
Los sindicatos habían anunciado una «gran jornada» de manifestaciones y protestas… Anuncio fallido. En París, los transportes públicos apenas se vieron afectados muy parcialmente, tras los grandes atascos de la mañana del martes.
A lo largo de todo el día, se sucedieron una veintena de manifestaciones, en París y las grandes capitales de provincias. Prueba de fuerza fallida. En toda Francia (67 millones de habitantes) apenas hubo varias decenas de millares de manifestantes . Sin incidentes mayores. La «gran» manifestación de París apenas contó con unos 20.000 participantes: una de las manifestaciones más insignificantes de la historia del sindicalismo francés reciente.
Fallida la movilización sindical / callejera, siguió una esperpéntica sesión parlamentaria de más de ocho horas en la Asamblea Nacional (AN), donde se discutieron a cara de perro dos mociones de censura, presentadas por Los Republicanos (derecha tradicional) y una frágil coalición de izquierdas , PS, PCF y LFI (La Francia Insumisa) que no se entienden fuera de la Asamblea Nacional (AN).
Antes siquiera de comenzar los debates, Marine Le Pen, presidenta de Agrupación Nacional (AN, extrema derecha), abrió el fuego «dialéctico» en estos términos: «El proyecto de reforma de las pensiones de la derecha es todavía peor que el proyecto de Macron».
Tras Le Pen, Jean-Luc Mélenchon, presidente de La Francia Insumisa (LFI, extrema izquierda populista), se embarcó en un discurso «épico» al frente de varios centenares de manifestantes que metían fuego a varios contenedores de basuras a las puertas de la AN: «Terminaremos consiguiendo la retirada de esta maldita Ley. Macron no comprende la capacidad de resistencia del pueblo francés». Pura ilusión retórica.
Defendiendo las posiciones conservadoras, Damien Abad, en nombre de Los Republicanos (LR, derecha tradicional), arremetió sin mucho énfasis contra el «amateurismo» y «cinismo» de Macron. En nombre de las izquierdas, André Chassaigne (PCF) sentenció: «Este decretazo es un desastre democrático ».
Llegado el turno a las «tropas macronianas», Jennifer de Temmerman, disidente del La República En Marcha” (LREM, el partido de Macron) sentenció: «Este debate causa un daño terrible al debate democrático».
Acosado a gritos y chillidos por la oposición, Gilles Le Gendre, portavoz oficial de LREM, defendió el proyecto gubernamental en estos términos: «Esta histórica reforma merecía un gran debate democrático . Pero la oposición se ha negado a discutir. Era imprescindible utilizar las instituciones para seguir reformando».
Terminó el debate Édouard Philippe, primer ministro, en estos términos: «Lo hemos intentado todo, el diálogo, la concertación. Hemos conseguido resultados… nos parecía y parece que Francia necesitaba una gran reforma. La táctica de la obstrucción es “legal” pero no está al servicio del honor de la democracia parlamentaria».
Llegado el momento del voto, las mociones de censura fueron rechazadas, con un costo político duro para el presidente, su gobierno y las oposiciones de izquierda y derecha.
Según el semanario Paris Match, un 66% de los franceses desaprueban la manera de gobernar de Macron , que solo es aprobada por un 33%. A título personal, Macron es juzgado de manera mucho más severa: un 70% de los franceses tienen mala opinión de su presidente.
A izquierda y derecha, las oposiciones no «crecen» con la crisis de credibilidad de Macron.
Unidas por un día, en la Asamblea Nacional, las izquierdas socialistas y comunistas siguen caídas de hinojos en su histórica crisis. No tienen ningún proyecto ni alternativa común. PS y PCF continúan hundidos en su condición de fuerzas de «resistencia gesticulante».
La derecha tradicional, por su parte, sigue «huérfana» de Nicolas Sarkozy. Sin proyecto ni liderazgo alternativo, al día de hoy.
Ante ese «muro» de oposiciones divididas, fragmentadas y sin fuerza, Emmanuel Macron puede gobernar en solitario. Pero su cota personal es un indicador político alarmante. Gobierna, pero no convence.
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