La Fiscalía denuncia a uno de los hijos de Bolsonaro por malversación y lavado de dinero

Flávio Bolsonaro habría utilizado al menos 2,7 millones de reales (410.000 euros) en efectivo en la trama en la que los asesores de manera irregular dan parte de su salario público a sus superiores

Flávio Bolsonaro y su padre, Jair Bolsonaro

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La insólita manía de los Bolsonaro de comprar inmuebles con dinero efectivo , según consta en sus declaraciones de impuestos y contratos de compra y venta, ha despertado la atención de la Fiscalía de Río de Janeiro que ha imputado al hijo mayor del presidente brasileño, Flávio Bolsonaro, por varios delitos, entre ellos, blanqueo y malversación de fondos.

Senador más votado en la última elección, Flávio está en la mira de varias investigaciones policiales y es el protagonista de varios reportajes por encabezar una práctica familiar en que sus asesores políticos entregan parte de su sueldo público, una trama que la prensa llama «rachadinha», una especie de rendija por la cual se escaparía el dinero a las manos de los Bolsonaro.

Flávio Bolsonaro viene siendo investigado desde el 2013, cuando un informe del Consejo de Control de Actividades Financieras (COAF) identificó movimientos bancarios «inusuales» equivalentes a 1,2 millones de reales (unos 180.000 euros). Quien organizaba y ejecutaba la operación de desvíos era el policía de reserva Fabricio Queiroz, amigo íntimo de los Bolsonaro, desde 1985, que se encuentra preso como testaferro de la familia presidencial.

Flávio Bolsonaro y Queiroz, son acusados por delitos de malversación, blanqueo de capitales y organización delictiva . Queiroz fue detenido en junio en la casa de campo del abogado de la familia Bolsonaro Frederick Wassef, en Atibaia, São Paulo. Wasseff fue despedido de la defensa y abandonado por los Bolsonaro, tras esa prisión. Los desvíos ocurrieron cuando Flávio era diputado en la Asamblea Legislativa, en Río de Janeiro.

Queiroz, amigo de asados de fin de semana y de ir a pescar con Jair Bolsonaro, repartía el dinero que recogía de unos 23 asesores y los dividía entre los Bolsonaros. Según la investigación de la Fiscalía, esa operación de corrupción habría girado unos 3 millones de reales (unos 453 mil euros), que permitieron que los Bolsonaro paguen sus campañas electorales y se mantegan en la política con la relevancia que representan al día de hoy, entre los políticos más votados del país.

Con esos fondos, Flávio, sus hermanos y otros personajes de la familia, compraron buenos inmuebles por valores irrisorios , pagados al contado. El senador, hermano mayor de los Bolsonaro, compró en 2010, doce oficinas en el emergente barrio Barra da Tijuca, pagando en efectivo. Flávio también es dueño de una tienda de chocolate de la cadena de franquicia Kopenhagen, que según las investigaciones sería uno de los medios para lavar dinero, y por la que ha sido apodado de Willy Wonka.

Negocio de familia

Esa trama iniciada por Flávio, involucraría al presidente Jair Bolsonaro, y otros dos de sus hijos, también políticos, Carlos y Eduardo, que recibían mensualidades de sus asesores, muchos de ellos «fantasmas» , gente que cobraba sueldos sin presentarse al trabajo. Ya entre los receptores de esos fondos que se habrían convertido en inmuebles y terrenos, están las exesposas del mandatario, Rogéria Bolsonaro, madre de esos tres hijos, y Ana Cristina Siqueira Valle, segunda mujer y madre de su cuarto hijo, Renan Jair.

Según el diario O Estado de São Paulo, Carlos, el tercer hijo de Bolsonaro, el que cuida de las redes sociales del padre , compró un piso en el mismo barrio, en 2002, también en efectivo, cuando tenía 20 años y ya era concejal. Su hermano Eduardo, el diputado más votado de Brasil, compró 2 pisos en el área más lujosa de Río, también en efectivo, en 2016, según O Globo.

«Los Bolsonaro le tienen odio a los bancos », bromeó el columnista político, Bernardo Mello Branco, sobre el hábito inusual de la familia, en un país donde andar con dinero en las manos o bajo el colchón o es muy arriesgado o cosa de «izquierdista radical», comparó.

Queiroz, que recebía los fondos y los repartía entre familiares suyos y de los Bolsonaro, también le habría entregado 89 mil reales en cheques ( unos 13,5 mil euros ) a la Primera Dama, Michelle Bolsonaro, que ha sido apodada de «Micheque», especialmente en las redes.

Esas transferencias realizadas entre 2011 y 2016 aparecieron cuando la Justicia brasileña abrió el secreto bancario de Queiroz. La llegada del escándalo a la Primera Dama, ha generado respuestas violentas del presidente , que hace un mes amenazó a un periodista de «romperle la boca a puñetazos» cuando oyó la pregunta sobre el destino de esos cheques en la cuenta de su esposa.

La propia Primera Dama, afectada por los chistes, se presentó la semana pasada a una comisaría de São Paulo para hacer una queja contra las ofensas recibidas en las redes sociales, que estarían dañando su imagen. Michelle pidió que los autores de esos chistes sean identificados y procesados criminalmente.

La trama investigada conecta además a los Bolsonaro a un violento grupo de milicias, que ejercen una seguridad paralela en las favelas de Río de Janeiro, en la que participarían Flávio y Queiroz. Esa red los conecta a Adriano Nóbrega, un ex capitán del Batallón de Operaciones Policiales Especiales (BOPE) y líder de una milicia, asesinado en febrero.

La madre y la viuda de Nóbrega también estaban entre los asesores que transferían esos fondos a Queiroz y a la familia Bolsonaro, otro escándalo que aún está bajo investigación.

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