La falta de gobierno debilita a un Netanyahu cercado por la corrupción

El fiscal general de Israel decidirá si imputa al primer ministro en octubre

El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu AFP

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«Aunque anoche tuvimos un pequeño incidente , no nos va a detener», con estas palabras recibió Benjamin Netanyahu a Jared Kushner en el encuentro que mantuvo con los enviados de Donald Trump unas horas después de fracasar en su intento de formar gobierno y apostar por ir a unas nuevas elecciones. El primer ministro israelí ahogó sus penas domésticas con el yerno de Trump y su enviado especial a Oriente Medio, Jason Greenblatt, en una reunión centrada en el foro de Baréin, en el que Estados Unidos presentará la parte económica de su propuesta de paz. Esta conferencia se enmarca dentro del «plan del siglo» que Trump pensaba presentar a palestinos e israelíes tras la formación de gobierno y finalizado el ramadán, pero que ahora queda en el aire en este Israel que tendrá que volver a las urnas el 17 de septiembre. Un plan que nace muerto porque la Casa Blanca lo ha elaborado a espaldas de unos palestinos que se sienten humillados por Trump. «Deberán volver a las urnas. Eso está muy mal», lamentó el presidente estadounidense ante los periodistas en los jardines de la Casa Blanca y aprovechó para recordar que el primer ministro: «Es un gran tipo».

El «rey Bibi», tal y como le apodan en Israel, sufrió una «de las mayores derrotas de su carrera», según el diario Haaretz, al no ser capaz de conseguir el apoyo de Avigdor Lieberman para repetir la coalición de la legislatura anterior. Las diferencias entre los laicos ultranacionalistas de Israel Nuestra Casa y los ultraortodoxos de Judaísmo Unido de la Torá y Shas respecto a la ley que obliga a los religiosos a ir de forma obligatoria al servicio militar hicieron saltar por los aires el posible acuerdo y Bibi fue incapaz de contentar a todos sus ex aliados.

Un política irreconocible

Por un momento, Israel vio a un Netanyahu distinto al dirigente confiado y socarrón, capaz de eclipsar al resto de sus adversarios con una mirada, y se encontró ante un político «poco preparado, furioso y sin guión», tal y como lo vio el analista político de Haaretz, Anshel Pfeffer, autor de la recién publicada biografía «Bibi: The Turbulent Life and Times of Benjamin Netanyahu». El fracaso a la hora de formar su ejecutivo puede suponer «el principio del fin» para el primer ministro israelí, pues «ya no es tan poderoso como antes», señaló Abraham Diskin, profesor de Ciencias Políticas, antes de advertir que «es una personalidad muy fuerte, y no se rinde fácilmente. Va a pelear», según declaraciones recogidas por la la agencia AFP.

El «pequeño incidente» al que se refirió Netanyahu deja a Israel con un gobierno en funciones hasta, al menos, octubre, un mes que tiene marcado en rojo en su calendario judicial particular. En ese mes tiene una cita con el fiscal general, Avichai Mandelblit, que decidirá si lo inculpa o no. El primer ministro corre el riesgo de ser encausado por tres casos de corrupción y con esta nueva situación no tendrá un Gobierno formado a tiempo para pasar la legislación necesaria para garantizarse inmunidad, un proceso que ya intentó poner en marcha a mediados de mayo con un proyecto de ley que permitiría al Gobierno y al Parlamento eludir los dictados emitidos por el Tribunal Supremo.

Bibi o nadie

En apenas cuatro meses los israelíes deberán volver a elegir un parlamento, la primera vez en la historia del país que se produce una repetición electoral de este tipo por la incapacidad de sus políticos para alcanzar acuerdos. Una vez conocida la postura de Lieberman, Netanyahu podría haber optado por echarse un lado y permitir al presidente del país, Reuven Rivlin, pedir al líder de la oposición, Benny Gantz, de la coalición Azul y Blanco, formar gobierno. Pero el Likud ni se planteó esta opción y votó a favor de la disolución de la cámara para intentar conseguir aun más apoyos en septiembre. El primer ministro quiso transmitir a los suyos un mensaje optimista y repitió que «volveremos a ganar las elecciones» y arremetió contra su ex ministro de Defensa, Lieberman, a quien acusó de «ser de izquierdas» por haberse opuesto a darle el apoyo de sus cinco diputados.

El líder moldavo de Israel Nuestra Casa se defendió diciendo que «repetimos las elecciones por la negativa del Likud a aceptar nuestra propuesta. Es una completa rendición del Likud a los ultraortodoxos». El parlamento votó su disolución entre los gritos de «¡vengüenza, vergüenza!» de la oposición que criticó que «solo vamos a unos nuevos comicios porque Netanyahu quiere salvarse de la cárcel», según escribió en su página de Facebook el colíder de Azul y Blanco, Yair Lapid.

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