Fado popular por Mario Soares
Los portugueses se echan a la calle para dar su último adiós al exprimer ministro y expresidente, artífice de la incorporación a Europa
"El legado de Mário Soares se extiende más allá de Portugal”, acaba de manifestar el flamante secretario de la ONU, António Guterres . Y, consciente de que el mito ya ha nacido, el pueblo del país vecino se ha echado a la calle para dar su último adiós al exprimer ministro y expresidente que más cariño se lleva de los ciudadanos de a pie.
Un simple paseo por Lisboa sirve para darse cuenta de que la gente experimenta la idiosincrásica ‘saudade’ por quien fue el gran constructor del Portugal contemporáneo y artífice de la confluencia con la Unión Europea. Jóvenes y mayores llorando mientras el cortejo fúnebre iba recorriendo algunas de las principales arterias de la capital.
La comitiva salió de Campo Grande, la zona donde residía Soares, para descender por las llamadas ‘avenidas nuevas’ hasta la Plaza del Ayuntamiento, desde donde partió hacia el Monasterio de los Jerónimos, en el barrio de Belém.
Se trata de la primera vez, desde el histórico 25 de abril de 1974, que se celebra en Portugal un funeral de Estado . Una circunstancia que refleja el emblemático significado que tiene la figura de Don Mário para los habitantes lusos. Planeaban los recuerdos de la Revolución de los Claveles, escenificada en esas mismas calles para enterrar la dictadura de Salazar, ocho años más larga que la de Franco. Unos tiempos convulsos que el propio Soares, encarcelado y deportado, vivió desde el exilio en Francia.
Sólo pudo regresar a su país unos días después, el 1 de mayo, fecha en que las calles se abarrotaron de nuevo, ahora para recibirle como se merecía y reconocer su larga trayectoria para combatir el férreo régimen que aisló a Portugal.
Con la polémica ausencia del actual primer ministro, el socialista António Costa (de viaje oficial en la India), el funeral se celebra este martes 10 de enero en el cementerio de Prazeres. Las nutridas colas de personas pudieron verse a lo largo de toda la mañana en Lisboa para despedirse de quien fue su ‘patrón’, añorado en esta época de zozobra. Así pudo comprobarse en las inmediaciones de la sede central del Partido Socialista portugués, en el Largo do Rato, y especialmente en el Monasterio de los Jerónimos , cargado de solemnidad y simbolismo para los portugueses.
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