Europa tratará de blindarse ante el nuevo poderío comercial de China
El reciente tratado para proteger una lista de denominaciones de origen frente a Pekín ha sido el primer paso
![Una alta funcionaria china en un encuentro reciente en Bruselas](https://s1.abcstatics.com/media/internacional/2020/11/17/chi-kTLC--1248x698@abc.jpg)
Durante toda la legislatura de Donald Trump, la Unión Europea ha estado dudando entre aprovecharse de la situación para ocupar el papel que Estados Unidos había dejado libre, ensayando una alianza con China, o seguir manteniendo una distancia prudente con el gigante asiático, tratando de construir su propio espacio geopolítico autónomo. La opción ha sido la segunda, porque la desconfianza entre Bruselas y Pekín es todavía muy grande y los europeos no ven con buenos ojos ese pragmatismo iliberal que exporta Pekín junto con sus productos y su tecnología. Pese a todo, en la UE saben que están condenados a entenderse y hace una semana se firmó por fin un tratado esperado desde hace mucho tiempo para proteger al menos una lista de denominaciones de origen . Pero el grueso de las diferencias subsiste.
Cuando el demócrata Barack Obama vivía en la Casa Blanca , la UE y Estados Unidos intentaron construir un tratado comercial que habría sido el mayor espacio económico del planeta, mucho mayor que el que China acaba de crear con sus vecinos. Entre Estados Unidos y la UE representan –todavía– prácticamente la mitad del PIB mundial y lo más importante habría sido que el acuerdo incluía una convergencia regulatoria, es decir, que las reglas de fabricación, de seguridad o de protección de los consumidores que se hubieran establecido entre Estados Unidos y Europa habrían acabado siendo el estándar global, incluso para China. Trump acabó con este proyecto y aún no está claro que Biden piense recuperarlo para volver a intentar esa alianza. Es posible que el paso dado por China tenga repercusiones en ese sentido.
En todo caso, lo que los dirigentes europeos han considerado como la lección que debían extraer de lo que ha sucedido en los últimos años es que es necesario construir cuanto antes un sistema propio para defender sus intereses, que no dependa ni de los vientos en China ni de las tempestades en Estados Unidos. La pandemia ha reforzado este convencimiento, a la vista de que hasta el grueso de los materiales médicos necesarios para los hospitales europeos se fabrica en China y que ello contribuyó de forma decisiva a los problemas de gestión de la salud pública en los primeros momentos.
La decisión de reforzar la autonomía europea incluye por supuesto la defensa, pero sobre todo la tecnología. El debate sobre la ideoneidad de depositar en firmas chinas toda la infraestructura de la siguiente etapa de la revolución informática, el 5G, acaba de empezar y no es fácil que se resuelva pronto.
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