Coronavirus
Estados Unidos, entre el duelo y la vuelta a la normalidad
La pulcritud en el seguimiento de la distancia social, que contrastaba con la abundancia de grupos caóticos, sin mascarilla, despreocupados en muchos parques de Nueva York, parecía un homenaje los caídos por el coronavirus
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Un grupo de jóvenes disfrutaban este fin de semana en Nueva York de la tarde soleada en un pequeño parque enfrente de Newton Creek, una entrada del río East River que hace frontera entre Queens y Brooklyn. La tarde estaba casi para darse un chapuzón, pero nadie pondría un dedo del pie en lo que ha sido un desagüe industrial durante décadas. La reunión era ordenada, con los participantes sentados a distancia prudencial. La pulcritud en el seguimiento de la distancia social , que contrastaba con la abundancia de grupos caóticos, sin mascarilla, despreocupados en muchos parques de Nueva York, parecía un homenaje los caídos por el coronavirus .
El puente que ha disfrutado EE.UU. en los últimos tres días es por Memorial Day, el festivo nacional que celebra a los muertos del ejército . Es una fecha, a la vez, solemne y festiva en el país. Celebra a los caídos, pero marca también el comienzo del verano. Este año ha coincidido con el momento en el que EE.UU. se acerca a las 100.000 víctimas por la pandemia, lo que impregna con otra capa de significado a la fecha. Los calificativos bélicos sobre el coronavirus han abundado en los últimos meses. Donald Trump , con una gran capacidad para la etiqueta, lo ha llamado el ‘Enemigo Invisible’. Ninguna guerra ha matado a más estadounidenses desde la II Guerra Mundial.
Pero Memorial Day es, a la vez, solemne y festivo. Es un día de cementerios y de playa. Se honra a los militares y se echa carbón a la barbacoa. Es el día que marca el inicio oficioso del verano: se peregrina a la costa, se multiplican las fiestas multitudinarias, los picnics, los desfiles. El de 2020 será, sin embargo, un verano raro. Las restricciones para frenar la pandemia siguen en pie , en diferentes grados, en casi todo el país. En Nueva York, el epicentro de la crisis, las playas estaban ayer cerradas. En California solo se podían utilizar para hacer ejercicio (aunque muchos se saltaron la normativa, en ocasiones con la aquiescencia de las autoridades locales). Las recomendaciones sobre distancia social, uso de mascarilla, limitación de ocupación en restaurantes, cierre de determinados sectores de entretenimiento, aplican en casi todos lados, en medio de un creciente temor a que regresen los brotes donde se creía que estaban controlados.
El puente de Memorial Day es un anticipo del verano difícil que se viene encima, con preocupación por la relajación de algunos -las imágenes de fiestas multitudinarias en piscinas y lagos en Texas o Misuri han corrido como la pólvora- y por el impacto económico de la crisis, que salpicará a la temporada turística.
El festivo fue también un ejercicio de contrastes en la antesala de la campaña presidencial. T rump quiso poner el acento en la vuelta a la normalidad y este fin de semana se le vio jugar a golf (uno de sus vicios, como también era de su antecesor, Barack Obama). Ayer acudió al cementerio militar de Arlington y a Fort McHenry, en Baltimore, a honrar a las víctimas. El miércoles irá a Florida a ver un despegue de astronautas. Sigue sin llevar mascarilla y presiona para que vuelvan los mítines y la convención republicana de agosto sea «con el recinto lleno». Quiere dejar la pandemia atrás o, al menos, crear la idea de que así es. Su contrincante de facto, el ex vicepresidente Joe Biden, apuesta por lo contrario: que no se olvide la tragedia. Ayer salió por primera vez de su casa desde mediados de marzo. Fue a un monumento a militares caídos y se puso la mascarilla que Trump renuncia a utilizar. La eligió de color negro.