Los españoles de la «generación afgana»
Unos 27.000 militares pasaron por la misión. «Unos pocos tiros sí se pegan», relataba uno de ellos a ABC en 2013
Afganistán ha sido el mayor sacrificio humano realizado por las Fuerzas Armadas españolas en su historia reciente. Con un centenar de muertos , 62 de ellos en el accidente del avión Yak-42 cuando se estrelló en Turquía procedente de la misión, ese país encajonado en el corazón de Asia estará para siempre en las letras de oro de la Historia militar española. Ludina, Moqur, Sang Atesh, Bala Murghab, Golo Jirak, Mazar i Shariff, Herat, Qala i Nao o la propia Kabul dejan un sello imborrable en una generación de militares que será reconocida como «Generación Afganistán».
Ya nacidos a mediados de los 70 y 80, estos soldados tomaban así el relevo de aquellas primeras grandes misiones de los Balcanes que abrían los telediarios de su adolescencia. Del puente de Mostar (Bosnia) a la Ruta Lithium afgana se puede trazar la línea que explique en los colegios la profesionalidad de nuestros militares en las misiones en el exterior . Con OTAN, ONU o UE…, pero siempre con el sello español propio. Y algunos militares más veteranos incluso la recorrieron, previo paso por Irak.
Afganistán fueron nuevas operaciones hasta entonces no realizadas, cooperación cívica-militar (Aecid incluida), acciones para «ganarse los corazones y mentes» de la escéptica población local, helicópteros Tigre, Chinook y Cougar, vehículos de desminado Husky, revolución tecnológica de aviones no tripulados (ScanEagle, Raven o Searcher MK-III J) e internet, conceptos nuevos de la amenaza asimétrica (IED o «Green-on-Blue»), patrullas en pueblos polvorientos, la «Zona Verde» de los cuarteles de Kabul, adiestramiento en todas sus variantes (también con la Guardia Civil en el tajo), orografía inexpugnable, frío y calor extremo… ¡la GUERRA!
Con mayúsculas porque así lo hacían ver los propios soldados cuando les dejaban hablar a los periodistas que allí se acercaban (también aquí hubo espacio para el cerrojo o la transparencia a conveniencia). «Se pegan tiros, sí. Unos pocos tiros se pegan», explicaban en su camareta de la base «Ruy González de Clavijo» de Qala i Nao tres soldados del RIL «Príncipe» Nº3 de la Brilat cuando en una de esas visitas ABC les interpeló si la misión era una «guerra».
Aquel era el tiempo anterior al gran repliegue de mayo de 2013, cuando las fuerzas españolas comenzaron a reducir progresivamente su huella militar que alcanzó los 1.500 efectivos.
El manual de instrucciones
Y, como se demostró, las fuerzas aliadas tenían el reloj y los talibanes el tiempo (como rezaba el dicho afgano): algo más de 18 años. Para España exactamente 6.577 días desde aquel 26 de enero de 2002 en el que aterrizaron dos aviones C-130 Hércules con 26 soldados a bordo y material para preparar el terreno a la nueva misión en la que iba a participar España como consecuencia del atentado contra las Torres Gemelas y el Pentágono. El 11-S fue el origen de Afganistán, claro está.
Curiosidad hay de aquel vuelo: el primer pie en suelo afgano lo puso el hoy diputado Manuel Mestre (Vox). El manual de instrucciones de la misión que tenía como objetivo acabar con el régimen del mulá Omar y con Osama bin Laden contenía advertencias tales como: «El trato con las mujeres es totalmente distinto en Afganistán que en la sociedad occidental. Allí habrá que tener especial cuidado en no fotografiarlas, no mirarlas fijamente, no darles la mano o evitar la cercanía física en exceso».
Desde entonces unos 27.000 militares españoles han pasado por tierras afganas, con la misión de la OTAN en sus variantes (ISAF o Resolute Support). Actualmente España mantenía una misión de unos 60 militares de operaciones especiales desplegados en dos campamentos en la provincia de Kabul.
Operaciones nocturnas, asaltos a edificios, incursiones en zonas enemigas… «Todo lo que permita degradar las capacidades de la insurgencia para cometer actos terroristas» eran las lecciones del destacamento español a sus colegas afganos . Así lo describía un «boina verde». Ahora, sí, la misión está cumplida. Fin a 18 años que cambiaron para siempre a las Fuerzas Armadas.
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