Erdogan asentará a dos millones de refugiados árabes en el territorio kurdo de Siria
El objetivo del gran proyecto de ingeniería social es ahogar las aspiraciones nacionalistas kurdo-sirias, que podrían contagiarse a Turquía
No es una idea original. Antes de la Segunda Guerra Mundial, y en particular durante el gran conflicto, Stalin ejecutó sin compasión deportaciones de pueblos enteros, por razones étnicas o ideológicas. Ahora el proyecto de reasentamiento de poblaciones, con un tono marcadamente étnico aunque con dimensiones más modestas, procede del presidente turco, Tayip Erdogan . El líder otomano anunció ayer en Ankara que tiene concluido un plan para reasentar en la región kurda de Siria a 2 de los 3,6 millones de refugiados que Turquía tiene distribuidos en campamentos a lo largo de su territorio. El objetivo de Erdogan es evidente: producir un gran cambio demográfico para dominar una región que ahora controlan los kurdo-sirios.
Falta solo la colaboración de Estados Unidos, pero el líder turco advirtió ayer que si la Administración Trump no da pronto su placet para llevar a cabo su proyecto de ingeniería social actuará en solitario. El plan de Ankara es construir 140 pueblos nuevos de unos 30.000 habitantes cada uno a lo largo de los 480 kilómetros de frontera con Siria, con una profundidad de 30 kilómetros. Allí habitan ahora unos 850.000 sirios, el 76 por ciento ellos de etnia kurda. Se verían invadidos por una población siria mucho mayor, de etnia árabe y sin ninguna veleidad independentista.
Según Ankara, las actuales autoridades kurdo-sirias -en guerra contra Damasco- mantienen estrechos vínculos con los kurdos de Turquía, en particular con el proscrito Partido de los Trabajadores (PKK) y su guerrilla secesionista. También mantienen, como es lógico, estrechos lazos con la región kurda autónoma de Irak, el Kurdistán, pero para Ankara la distancia geográfica hace menos peligrosa la relación. En cambio, en Siria y Turquía los kurdos podrían aspirar a una continuidad de territorio.
La mayoría de los kurdos distribuidos por Oriente Próximo son de religión musulmana. Su islam es moderado, y respeta otras minorías como la cristiana o la yazidí. El común denominador es el nacionalismo, en el marco de un Estado secular. Este es un punto clave del sueño de Gran Kurdistán, con el Estado de Israel como avalista.
A la empatía natural entre israelíes y kurdos se unen razones de geoestrategia. Como apunta el diario israelí «Haaretz», al pronunciarse en favor de un Estado kurdo independiente el primer ministro en funciones Netanyahu paga con la misma moneda a la Turquía de Erdogan, que apoya a los grupos islamistas en los territorios ocupados de Gaza y Cisjordania.
Noticias relacionadas