Erdogan amenaza con «buscar otros aliados» si Trump no baja su presión
En plena batalla por los aranceles y los derechos humanos, el líder turco juega la carta del papel estratégico de Ankara en la Alianza Atlántica
La política exterior de EE.UU. se parece cada vez más a un espectáculo de lucha libre americana , el trasunto de pelea y teatro que conquistó a EE.UU. -y al resto del mundo- en los años 80 y 90. En estos «shows», una colección de personajes musculosos y con disfraces de fantasía, intercambiaban insultos, mofas, volteretas y golpes simulados. En su año y medio en la Casa Blanca, el presidente ha celebrado varias peleas del mismo patrón: dos llamados «hombres fuertes», de corte autoritario, se miden en una sucesión de encuentros y desencuentros. El mundo ha asistido a «Donald Trump vs Kim Jong-un», «Donald Trump vs Xi Jinping» o «Donald Trump vs Vladimir Putin» (antes de convertirse en presidente, Trump tuvo una intensa relación con la lucha libre: acogió veladas en sus hoteles y llegó a subirse al ring en la llamada «Batalla de los Millonarios»). Esta semana, ha arrancado el último capítulo: «Donald Trump vs Recep Tayyip Erdogan» .
El presidente de Turquía y su homólogo estadounidense se han lanzado ataques y amenazas en los últimos días , después de meses de crecientes tensiones políticas, económicas y geoestratégicas. La confrontación con Turquía es de especial relevancia: es un aliado militar clave para EE.UU., en la confluencia de Oriente Medio y Europa, y en la órbita de interés de Rusia. Turquía es un socio indispensable para EE.UU. en la OTAN, de la que es miembro desde 1950.
EE.UU. tiene una importante base aérea en su territorio -fronterizo, entre otros, con Siria, Irak e Irán- y es un pilar del sistema antimisiles ante un potencial ataque del régimen islámico iraní.
«El tiempo se acaba»
Los desencuentros han motivado que Erdogan haya coqueteado con dejar de lado la alianza tradicional con EE.UU. «Las acciones unilaterales de EE.UU., nuestro aliado durante décadas, contra Turquía solo perjudicarán a los intereses y la seguridad estadounidenses», aseguró Erdogan en una tribuna de opinión publicada el viernes en «The New York Times». «Antes de que sea demasiado tarde, Washington debe abandonar la noción de que nuestra relación puede ser asimétrica y comprender que Turquía tiene alternativas . Si no es capaz de revertir esta tendencia de unilateralismo y falta de respeto, nos obligará a buscar nuevos amigos y aliados», cerró su texto, en un guiño evidente hacia Rusia. Ese mismo día, Erdogan mantuvo una conversación telefónica con Vladimir Putin, según anunció su Gobierno, centrada en temas económicos. Fue poco después de que se supiera que EE.UU. había decido doblar los aranceles a las importaciones de acero y aluminio de Turquía, en plena crisis de la divisa turca. «¡La lira se desploma frente a nuestro fuerte dólar!» , celebró Trump en el anuncio de la medida en Twitter. «¡Nuestras relaciones con Turquía no son buenas ahora mismo!», añadió.
Desencuentros
El principal foco de las tensiones tiene que ver con el golpe de estado fallido en Turquía de julio de 2016. El Gobierno de Erdogan ha mantenido que el responsable es el clérigo Fethullah Güllen , que vive recluido en EE.UU., en el estado de Pensilvania. Ankara ha buscado extraditar a Güllen, pero EE.UU. no ha cedido a estas pretensiones. Por su parte, Turquía mantiene preso desde hace 20 meses a un pastor evangélico estadounidense, Andrew Brunson . Para Ankara, Brunson es un espía que colaboró en el golpe de estado y al que acusa de delitos de terrorismo. Para EE.UU., es un religioso inocente que nada tiene que ver con esos hechos. Tanto Trump como su vicepresidente, Mike Pence , han hecho llamamientos en los últimos meses para que se le libere.
En la cumbre de la OTAN de julio , a la que asistieron Trump y Erdogan, hubo negociaciones entre ambos países para la puesta en libertad de Brunson. Según «The New York Times», EE.UU. ofreció liberar a Mehmet Hakan Atilla , un banquero turco vinculado a Erdogan y acusado de infringir las sanciones contra Irán por lavado de dinero desde el banco público Halkbank . La Administración Trump también ofreció presionar a Israel para la liberación de otro detenido turco, algo que sucedió. Pero las negociaciones se enturbiaron: Washington quería una salida inmediata de Brunson, algo que no ocurrió (Turquía justifica que no puede saltarse los procesos judiciales democráticos del país). Erdogan exigió más compromisos, como la reducción de las sanciones a Halkbank por sus relaciones con Irán.
A la Administración Trump se le acabó la paciencia y el 1 de agosto impuso sanciones a los ministros de justicia e interior de Turquía. Después, azuzó la mala situación económica turca, con la lira en caída este año, y aprobó los nuevos aranceles, lo que provocó el desplome de la divisa turca.
Erdogan ha tratado estos movimientos como una guerra económica contra Turquía y ha pedido a la población que se una a lo que ha llamado «la guerra de independencia» y que cambien sus dólares y euros por liras para reflotar la divisa.
«Es una lástima que elijas a un pastor por encima de tu socio estratégico en la OTAN», dedicó el viernes Erdogan a EE.UU. en un mitin desde la localidad de Unye, en la costa del Mar Negro. «EE.UU. corre el riesgo de perder por completo a Turquía» , advirtió su portavoz, Ibrahim Kalin . La consecuencia sería un nuevo escenario en Oriente Medio y en la OTAN dominado por la incertidumbre.
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