«Emigraré a Canadá porque Hong Kong perderá libertad y será como China»
Aumenta la emigración por miedo al régimen de Pekín en medio de las protestas contra su creciente autoritarismo
Antes de la devolución de Hong Kong a China por parte del Reino Unido, hubo un éxodo masivo por los miedos que despertaba el régimen del Partido Comunista en esta ciudad, probablemente la más capitalista del mundo. Por las facilidades que daba su Gobierno y la ventaja de compartir el inglés , esta emigración en masa se dirigió a Canadá, donde se calcula que se asentaron más de 300.000 hongkoneses entre 1980 y 1997, el año del traspaso. Uno de ellos fue Matthew L., quien entonces tenía unos 40 años y trabajaba como representante de una empresa de maquinaria industrial. Junto a su mujer, sus dos hijos y su suegra, se mudó a Vancouver , una agradable ciudad en la costa del Pacífico con un alto nivel de vida donde reside una abundante comunidad tanto hongkonesa como de China continental.
Pero la aburrida tranquilidad de Vancouver y la implantación del modelo «Un país, dos sistemas», que respetaba el capitalismo y las mayores libertades de Hong Kong , convencieron pronto a Matthew L. para emprender el camino de regreso. Con su experiencia profesional y su dominio del mandarín, cantonés e inglés, podía ganarse la vida mucho mejor trabajando para el gigantesco mercado chino, cuya apertura ofrecía infinitas posibilidades. Demostrando el carácter previsor de los hongkoneses, su suegra se quedó en Vancouver, disfrutando de su jubilación y con un pasaporte canadiense por si acaso la familia tenía que volver en el futuro.
Tras vender maquinaria pesada en las faraónicas infraestructuras que empezaban a cambiar el país, como la presa de las Tres Gargantas, Matthew L. pasó a ser contable de uno de los muchos fondos de inversión que operan en Hong Kong. Como capital financiera de Asia, la antigua colonia británica es el destino para la mayoría de las grandes fortunas que se han amasado en China gracias a su frenético crecimiento de las últimas décadas. Con una veintena de clientes, Matthew L. gestiona una cartera de unos 50 millones de dólares (45 millones de euros) que le permite una vida cómoda. Pero ha decidido emigrar de nuevo a Canadá por miedo a la ley de extradición a China, que ha sido suspendida pero no retirada.
La familia se separa
En su caso, le impulsan motivos ideológicos y también legales. «Todo el mundo sabe que los negocios en China se han hecho al amparo de la corrupción reinante y ahora hay cada vez más controles», explica a ABC en un restaurante cantonés en torno a una mesa del delicioso «dim sum». «Si mis clientes caen en una purga anticorrupción porque no están en la rama correcta del régimen , a mí podrían perseguirme legalmente en caso de que Hong Kong tuviera un acuerdo de extradición con China», razona sus temores para oponerse al controvertido proyecto de ley.
Pase lo que pase de aquí a 2047, cuando en teoría expira el principio de «Un país, dos sistemas», Matthew L. ya ha tomado su decisión porque no se fía del Partido Comunista. «Emigraré a Canadá porque Hong Kong perderá libertad y será como China, que quiere asimilarnos y convertirnos en una ciudad más», asegura con resignación.
Con una edad próxima a la jubilación, ya es demasiado mayor para acogerse al cupo de emigrantes por motivos profesionales. Pero confía en que pueda hacerlo su hijo, que tiene unos 35 años y dirige una empresa de ventas por internet, y así tire de él por reagrupación familiar junto a la suegra que vive en Vancouver. «Mi esposa quiere emigrar, pero mi hija, que es maestra, prefiere quedarse. A mí me dará mucha pena porque la familia se separará y perderé a mis amigos de aquí», se lamenta por una decisión que cambiará sus vidas para siempre.
Tras la devolución a China, muchos hongkoneses que habían emigrado regresaron a la ciudad por sus mayores oportunidades laborales y con el seguro de tener un pasaporte de otro país. A tenor del periódico «South China Morning Post», se calcula que hay 300.000 residentes con pasaporte canadiense en Hong Kong, pero las autoridades solo contabilizan 16.500 porque no reconocen la doble nacionalidad.
Pérdida de libertades
Rompiendo la tendencia de los años anteriores, el flujo volvió a cambiar de sentido entre 2011 y 2016, cuando 8.000 emigrantes hongkoneses de ida y vuelta se marcharon otra vez a Canadá. Además de buscar una mayor calidad de vida y huir de la carestía de la vivienda en esta superpoblada ciudad , entre sus motivos destacan el miedo a la inestabilidad política y la pérdida de libertades bajo el régimen chino. Esa preocupación incluye el temor a una «educación patriótica» como la que ha vuelto a recomendar Pekín para acabar con las protestas de los jóvenes, que tienen revolucionada a la ciudad desde hace más de dos meses y derivan cada fin de semana en una «guerrilla urbana» contra la Policía.
«Ahora somos libres y no queremos una censura como la que hay en China ni que nos laven el cerebro con la propaganda», argumenta en medio de una barricada Stephanie, una estudiante de 16 años que forma parte de esa «generación rebelde» que ha crecido en esta ciudad hasta ahora tan pragmática y enfocada a los negocios. A pesar de vivir en una de las sociedades más desarrolladas del planeta, asegura que también emigrará porque «Hong Kong no será libre bajo China».
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