Entrevista
Elyakim Rubinstein: «Los grupos más derechistas de Israel están tratando de restarle poder a la Justicia»
Rubinstein, juez ya retirado y ex fiscal general de Israel, ha participado en los principales hitos de la diplomacia del Estado judío del último tercio del siglo XX
En 1978, Elyakim Rubinstein (13-06-47, Givatayim) era miembro de la delegación israelí en Camp David cuando Sadat y Begin acordaron la paz entre dos países, Egipto e Israel, que se habían enfangado en una guerra por década desde 1948. Ataviado con una kipá, a Rubinstein le rodea una suerte de aura de héroe israelí: ha participado en los principales hitos de la diplomacia del Estado judío del último tercio del siglo XX.
El juez Rubinstein -ya retirado- vuelve a Madrid 28 años después de su participación en la Conferencia de Paz entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina, Siria, Líbano y Jordania. Su carrera puede dividirse en pacificador-estadista, en la primera mitad, y jurista, en la segunda. En 1997, fue nombrado Fiscal General, cargo que ocupó hasta 2004, años en los que se enfrentó al caso de financiación ilegal de la campaña de Ariel Sharon, por el cual fue criticado por actuar con demasiada prudencia.
Como miembro del Supremo, aprobó la «Ley anti boicot» que permite represalias legales por parte de individuos privados contra grupos izquierdistas por pedir boicots contra Israel o los asentamientos -«no frenamos la libertad de expresión»-, pero también otras sentencias claramente liberales en lo político y social. Sus dos últimas decisiones como juez consistieron en concederle a los presos celdas más grandes y permitir que los migrantes africanos en el centro de detención abierto de Holot llevaran más pertenencias con ellos a la instalación, recordó el diario «Jerusalem Post» en un perfil dedicado a su retirada en 2017.
Usted ha vivido más que el propio Estado de Israel.
Soy once meses mayor. Mi madre, que vino de Rusia a la edad de ocho años, se graduó en la Escuela de Enfermería de la Universidad Americana del Líbano en los años 30. Fue miembro de una delegación médica que trajo en 1945 de Mauricio, en el Océano Índico, refugiados judíos exiliados por las autoridades británicas. Mi padre también nació en Rusia, convirtiéndose en prisionero de guerra de los soviéticos durante dos años después del pacto Ribbentrop-Molotov. Perdió a su familia en el Holocausto. Yo he servido a mi país, incluyendo mis años en el Ejército, durante 50 años.
A sus más de 70 años, ¿goza usted de mayor salud que el Estado de Israel?
(Ríe) Me recuerda una historia divertida. Tuve una novia en el Ejército que nació el mismo día que Israel (14 de mayo de 1948). Con el paso de los años perdí el contacto con ella. Pero a los sesenta años de la creación de Israel, estaba escuchando la radio y oí su nombre. La estaban entrevistando. «¿Cómo se siente? ¿Cómo ve el país?», le preguntaron. «Me veo mejor yo», contestó. Al día siguiente volvimos a hablar. Para ser más serios, Israel es un Estado saludable. Es una democracia vibrante; no es perfecta, hay deficiencias, pero hay una libertad total de los medios de comunicación. Tiene elecciones libres, libertad religiosa, un sistema judicial fuerte que es un orgullo... Estados Unidos no es perfecto, España no es perfecta, el Reino Unido no es perfecto. Israel es la única democracia bajo una amenaza existencial: Irán, Hezbollah, Hamas...
Usted denunció recientemente en una entrevista presiones políticas que «están tratando de debilitar [a la Corte Suprema]. Que si la Corte es demasiado liberal, demasiado laica, izquierdista».
Lo que dije es verdad: hay grupos en la derecha política más conservadores, más religiosos -yo soy religioso y liberal-, que están intentando restarle el poder de los tribunales. La persona que quiere ser el próximo ministro de Justicia declara abiertamente que hay que ir tras los tribunales. Espero que no tengan éxito. El Supremo es fuerte y es un activo estratégico en Israel. Sería bueno para el país mantenerlo.
Fue criticado por enfriar el juicio contra Ariel Sharon. ¿Ve paralelismos ahora con los casos abiertos al primer ministro Netanyahu?
No puedo especular sobre esto. El actual fiscal general es una persona honesta. En esos días no tenía evidencias suficientes. La decisión sobre Sharon no fue tomada por mí. Comencé la investigación, pero fue mi sucesor quien tomó la decisión final.
¿Hay tanta corrupción en el sistema judicial como en el político?
No, no, creo que los tribunales en Israel están limpios. Puede haber algún caso menor, pero el poder judicial de Israel, gracias a Dios, está limpio.
Como negociador durante tantos años, ¿cuál ha sido su mayor contribución a la paz y la justicia y su principal fracaso?
Mi mayor contribución a la paz es el tratado con Jordania, donde fui el presidente de la negociación. El primer ministro Rabin habló en la Knesset, congratulando a dos funcionarios públicos, el jefe adjunto del Mossad de la época y a mí. No creo que haya tenido un gran fracaso personal, pero me sentí muy frustrado con la ruptura del acuerdo con el Líbano. Era un muy buen acuerdo, mejor para el Líbano que para nosotros. También me sentí frustrado por la cumbre de Camp David en 2000, Ehud Barak estaba listo para seguir adelante. Tengo que recordar los acuerdos de Camp David, de los que gracias a Dios celebramos 40 años sin guerra.
Encuentro con Sadat
¿Qué pensó cuando asesinaron a Sadat en 1981?
Mi recuerdo más memorable fue estar en el aeropuerto en noviembre de 1977. Era una noche de sábado bastante fría. En principio no debía estar allí por mi rango de protocolo, pero mi difunto mentor Moshe Dayan (1915-1981), yo era su asistente, me llamó para proponerme asistir a ese momento. Regresé a Jerusalén, apretado en el coche,entre el conductor y el hombre de seguridad, y Dayan y Butros Ghali, quien fue más tarde secretario general de Naciones Unidas. En cuanto al asesinato, recuerdo hablar por última vez con Dayan un par de días después del asesinato; Sadat murió unos días después. La conversación fue sobre el futuro de la paz después del asesinato, Dayan dijo estar dispuesto a hacer todo lo posible por asegurar que ese tratado siguiera adelante, porque era una piedra angular en las relaciones exteriores.
¿Está muerto el acuerdo de Oslo?
Debo aclarar que no formé parte de Oslo. De hecho, mi delegación en Washington fue sorteada por el grupo de Oslo. Seguíamos trabajando con los jordanos y palestinos, pero Oslo nos pasó por alto. Para ser honesto, no apoyo a Oslo. Escribí una nota a Rabin explicando por qué no era un buen acuerdo pero con la esperanza de que tuviera éxito. Fue su decisión y la acepté. Barak hizo todo lo posible para hacer que saliera adelante. La culpa no está repartida, hay que mirar al lado de Yassir Arafat. Creo que Jordania también debería participar. Sería bueno para todos. Debemos hacer todo lo posible para encontrar una solución, desafortunadamente lo veo muy difícil con las cosas que están pasando en la región.
El tribalismo parece ser ganar cada vez más peso en política en un tiempo en el que dialogar parece ser solo una muestra de debilidad. Ha participado en muchos de los procesos más importantes de la historia contemporánea israelí, por ejemplo, en la conferencia de Madrid. ¿Sería imposible este tipo de proceso hoy en día?
No es un buen período, especialmente en nuestra región, pero también en Europa. Personalmente estoy preocupado por el antisemitismo, sobre todo grupos como BDS. En los años 20 y 30 vivimos sus efectos en Europa. Gracias a Dios que el actual Gobierno alemán es diferente, la señora Merkel tiene una visión muy importante en la lucha contra el antisemitismo. Como israelí, estoy preocupado por el fenómeno del antisemitismo del Partido Laborista en el Reino Unido. El antisemitismo es antisemitismo; debe combatirse en todas partes.
Israel es un Estado judío y democrático, esta es la clave de la convivencia. No creo que sea una contradicción
Hace siete años usted apoyó abiertamente el derecho de su colega árabe-cristiano, el Juez Salim Joubran, a no cantar el himno nacional en una ceremonia: «No se puede exigir que los ciudadanos árabes canten un himno que no habla a sus corazones y no refleja sus raíces», dijo. ¿Qué significa que Israel sea oficialmente un Estado judío? ¿Cuál es la diferencia con un Estado islámico o cristiano? ¿Hay ciudadanos de segunda clase respaldados por la ley?
Los árabes en Israel son tan ciudadanos como los judíos. El himno nacional es muy judío; apela al alma judía. Dije que debemos respetarlo. Es muy difícil para ellos cantar y entenderlo. Mi opinión es que la ley está bien, pero debemos enmendarla para incluir la igualdad. Algunas personas dicen que la idea de la igualdad ya está incluida en la declaración de independencia y otros que se debe enmendar para mantener el sentimiento de asociación con la minoría árabe. Israel es el único Estado judío en la Tierra. Tenemos una minoría del 20%. Soy optimista con la relación con los árabes israelíes, tengo muchos contactos con ellos y muchos quieren continuar en Israel, no consideran a la autoridad palestina ni a ningún país árabe como modelo. Israel es un Estado judío y democrático, esta es la clave de la convivencia. No creo que sea una contradicción.
¿Por qué era tan importante para Israel incluir a los ultra ortodoxos en el servicio militar obligatorio?
Tengo un gran respeto por el estudio de la Torá. Yo mismo la estudio todos los días, pero necesitamos un Ejército y tenemos un servicio militar obligatorio. La sangre de un hombre no es más roja que la sangre de otro.
¿Se arriesga Israel a una excesiva personalización del poder con una nueva victoria de Netanyahu?
No quiero expresar una opinión política antes de las elecciones.
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