EE.UU. y el G-7 determinan que Irán está detrás del ataque a un petrolero de una firma israelí

Los informes de los expertos señalan tres acciones con drones, el tercero con dos víctimas mortales

Boquete de dos metros de diámetro causado por el dron al impactar en el petrolero AFP

Javier Ansorena

Las autoridades del G-7 y del Ejército de EE.UU. han concluido que Irán es responsable del ataque con drones sufrido por un petrolero en el golfo de Omán la semana pasada, y han afirmado que la república islámica es una amenaza para el comercio y la seguridad internacional.

El buque, Mercer Street, navegaba con bandera de Liberia, es de propiedad japonesa y está gestionado por una compañía israelí, Zodiac maritime. En el incidente fallecieron dos miembros de la tripulación, de nacionalidad británica y rumana.

El Ejército de EE.UU. ha publicado un informe en el que detalla la responsabilidad de Irán en el ataque. En él, asegura que fuerzas iraníes lanzaron dos ataques con drones explosivos «sin éxito» el pasado 29 de julio. «La tripulación informó de los ataques con llamadas de emergencia la noche del 29 de julio», explica el informe del Comando Central del Ejército de EE.UU. Un tercer ataque, ocurrido al día siguiente, el 30 de julio, sí impactó en el petrolero. Se trató de un tercer dron «cargado con explosivo militar» que causó la muerte de los dos tripulantes. El dron armado cayó sobre la cabina de pilotaje en la que estaban ambos fallecidos y dejó un agujero de dos metros de diámetro. Los ataques podrían haberse lanzado desde la costa de Irán, que está en el rango de acción para este tipo de artefactos no tripulados.

Los dos primeros drones explotaron en el agua, y la tripulación del Mercer Street pudo recoger «pequeños restos de al menos uno de ellos», asegura el informe. El tercer dron, por su parte, dejó grandes piezas de metralla, incluidas partes «casi idénticas» a otras muestras recogidas de drones de ataque de Irán, añade.

Este material fue recogido por miembros de la Quinta Flota de EE.UU., con sede en Bahréin, para análisis en laboratorio. Según el Ejército de EE.UU., las muestras también fueron analizadas por expertos de Reino Unido y de Israel, que llegaron a la misma conclusión sobre la procedencia iraní de las armas.

El secretario de Estado de EE.UU. Antony Blinken, se comprometió a una «respuesta colectiva» y eso es lo que ha empezado a ocurrir dentro del G-7. Un comunicado firmado por los ministros de Exteriores de la Unión Europea, EE.UU., Reino Unido, Canadá, Japón, Francia, Alemania e Italia determina que «todas las pruebas disponibles apuntan con claridad a Irán» y que «no hay justificación para este ataque».

Teherán ha negado toda responsabilidad en los ataques, a pesar de que los medios oficiales de la república islámica han definido el bombardeo del buque como una represalia ante un ataque israelí a sus intereses en Siria.

El ministro de Exteriores de Irán, Saeed Khatibzadeh, condenó el «comunicado infundado» del G-7 y deslizó que la determinación de la responsabilidad de su Gobierno es una «conspiración» diseñada por Israel.

Israel ha calificado el episodio en Naciones Unidas como «un ataque a las vías de comercio globales», «un ataque a la libertad de movimiento» y un crimen internacional. Su primer ministro, Neftalí Bennett, aseguró que buscaría la colaboración mundial para responder a Irán, pero también advirtió que «también sabemos actuar solos».

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