EE.UU. detectó que Irán preparaba un envío de misiles a un aliado regional

Tras descubrirse los movimientos de la República Islámica, el Pentágono urgió el envío a la región un portaaviones y bombarderos de refuerzo

EFE
David Alandete

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Un año después de renunciar a su parte en el tratado de desarme nuclear de Irán, Donald Trump se encuentra con que la República Islámica vuelve a la beligerancia a la que renunció a cambio de que las potencias mundiales levantaran las sanciones que asfixiaron su economía durante décadas.

Ahora la Casa Blanca se encuentra en estado de alerta por lo que considera un intento de cargar misiles balísticos de rango medio en unos barcos cuyo destino era algún punto del golfo Pérsico, seguramente Yemen, y, más importante, por el anuncio por Irán de que no cumplirá la totalidad del acuerdo.

Aparte de salirse del pacto en mayo de 2018, Trump reanudó las sanciones e incluyó a la Guardia Revolucionaria en la lista de grupos terroristas internacionales. Según reveló ayer la Casa Blanca, la senda a seguir será la de las sanciones para asfixiar aún más a Irán, que desde la firma del acuerdo en 2015 experimentó una ligera mejora económica. Por la tarde, el presidente dictó sanciones contra quienes vendan hierro, acero, aluminio o cobre a Irán, necesarios no sólo para las plantas nucleares, sino para muchos otros sectores industriales. Trump calificó su política hacia Irán de «audaz». «Debido a nuestras decisiones, el régimen iraní está perdiendo capacidad para financiar el terrorismo, ya que su economía se enfrenta a una crisis sin precedentes, los ingresos del gobierno se agotan y la inflación sale de control. Estamos imponiendo con gran éxito la mayor campaña de presión jamás vista», dijo ayer en un comunicado.

Los cambios en la conducta de las autoridades iraníes, y su recurso a la amenaza abierta, llevaron al secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, a visitar Irak por sorpresa el martes, cancelando un encuentro con la canciller alemana, Angela Merkel . Ayer Pompeo visitó Londres y en una comparecencia con su homólogo británico, Jeremy Hunt, advirtió a Irán de que EE.UU. está dispuesto a tomar todas las medidas unilaterales que considere necesarias para asegurarse de que Irán no es capaz de dotarse de armas nucleares. «Vamos a tomar todas las precauciones para impedir que puedan avanzar hacia el arma nuclear», dijo en Londres, sin dar más detalles.

Mientras, el responsable para armas de destrucción masiva en el Consejo de Seguridad Nacional, Tim Morrison , calificó las amenazas de Irán de «un chantaje nuclear en toda regla a Europa». La Casa Blanca mantiene que, aunque EE.UU. se retirara del acuerdo de desnuclearización de 2015, el régimen iraní debe, de momento, respetar los acuerdos alcanzados con los países europeos, que mantienen sus compromisos.

El gobierno estadounidense ha redoblado la presión financiera sobre Irán en los pasados meses. Desde la semana pasada, el Tesoro norteamericano sanciona a absolutamente todos los países , incluidos los de la UE, que adquieran petróleo extraído en Irán. Las empresas españolas Cepsa y Repsol ya habían cortado las importaciones de crudo iraní de forma cautelar. Según el gobierno norteamericano, el malogrado pacto nuclear permitió al régimen iraní alcanzar unos ingresos anuales por venta de crudo de 50.000 millones de dólares (45.000 millones de euros).

Obsesión desde la campaña

Durante la campaña electoral, Trump se comprometió a retirar a EE.UU. del pacto nuclear, urdido por Barack Obama y muy polémico en Israel. Asesorado por el primer ministro hebreo, Benjamín Netanyahu, Trump denunció que el acuerdo era insuficiente y que la República Islámica seguía almacenando misiles balísticos que reparte a sus satélites chiíes en conflictos como el de Yemen o Siria. Además, sigue apoyando más o menos abiertamente a las guerrillas-partido Hezbolá en Líbano y Hamás en la franja de Gaza.

Según revelaron funcionarios del Pentágono en una conferencia telefónica mantenida el martes, el fin de semana pasado la inteligencia de EE.UU. detectó la carga en un barco atracado en un puerto iraní de un material parecido a misiles balísticos. Informado de esa circunstancia, el general responsable del Comando Central de EE.UU., Kenneth McKenzie, pidió a Washington que desplazara a aguas del Golfo el portaaviones USS Abraham Lincoln y unos bombarderos de refuerzo.

Los demás firmantes del acuerdo han responsabilizado a EE.UU. de la nueva crisis, que consideran innecesaria. Aparte de Irán y EE.UU., suscribieron el acuerdo la Unión Europea y los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU. De estos últimos, China pidió ayer a ambas partes contención y a través de un portavoz del Ministerio de Exteriores criticó a Trump por su retirada unilateral. Por su parte, el ministro ruso de Exteriores, Sergéi Lavrov, condenó a EE.UU. por su «actitud completamente irresponsable».

Según las estimaciones de la Casa Blanca, si Irán reanuda su programa nuclear y deja de enviar a terceros países el material sobrante del procedimiento de enriquecimiento de uranio, podría dotarse de una bomba nuclear antes de 2030 . Antes de que se firmara el acuerdo, Israel trató de convencer a la Administración Obama de la necesidad de un ataque contra las instalaciones nucleares iraníes. Irán siempre ha negado que persiga una bomba atómica y mantiene que su programa nuclear es para fines civiles.

La intención de Trump es obligar a las partes a negociar un nuevo acuerdo de desnuclearización más duro con Irán. El riesgo es que Irán reanude su programa nuclear sin sentirse obligado a volver a llegar a un pacto, ya que el primero ha sido boicoteado por el mismo país que lo impulsó. En una situación desesperada, podría incluso cerrar el estrecho de Ormuz, la boca del golfo Pérsico por la que pasa buena parte del petróleo que se consume a nivel internacional.

En el pasado, EE.UU. e Israel han cooperado en operaciones cibernéticas para intentar frustrar el programa nuclear iraní . A partir de 2002 un virus informático con el nombre Stuxnet infectó los ordenadores conectados a las plantas de desarrollo nuclear de la República Islámica, provocando un daño considerable y un atraso de varios años. Aunque diversos analistas creen que ese virus se creó a medias entre Washington y Jerusalén, ninguno de los dos gobiernos ha asumido la autoría del ataque hasta la fecha.

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