CLAVES DE LATINOAMÉRICA

Ecuador abandona una OPEP en declive, donde Venezuela ya no cuenta

La necesidad de mayores ingresos públicos lleva al Gobierno de Lenín Moreno a dejar una organización que impone recortes de producción

Emili J. Blasco

En medio de las recientes protestas en Ecuador, debido a los recortes presupuestarios provocados por la mala situación económica del país, el Gobierno de Lenín Moreno anunció a comienzos de octubre la salida de esta nación de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), que será efectiva el próximo 1 de enero.

Como organización, la OPEP está en declive, con algunos de sus miembros –es el caso de Venezuela, en su día de gran peso en este cartel– con volúmenes de producción por los suelos. Pero Ecuador, uno de los socios más pequeños, se marcha no por el estado de la OPEP sino por el de sus finanzas nacionales. Venezuela quedará ahora como único país latinoamericano en la OPEP, donde en algún momento jugó casi mano a mano con Arabia Saudí y ahora es mera comparsa.

Con una deuda del 49,2% del PIB, Ecuador necesita aumentar sus ingresos públicos, produciendo y vendiendo más petróleo. Esto choca con la política de la OPEP, que desde 2017 está imponiendo a sus socios recortes de sus cuotas de suministro al mercado mundial con el fin de que suban los precios. Esta política puede tener sus ventajas a medio plazo, pero las urgencias económicas obligan a Ecuador a moverse en el corto plazo: prefiere vender más ahora, aunque sea a un precio no muy alto, que esperar a hacer más caja con un aumento del precio del crudo, cuya cotización futura siempre es más incierta. En 2011, momento de alto precio, los ingresos por petróleo suponían el 13% de su PIB; en 2017 fueron del 5%.

La OPEP había fijado para Ecuador en 2019 una producción máxima de 508.000 barriles diarios de petróleo, lo que suponía una reducción de 16.000 barriles diarios respecto a la cuota comprometida en 2018. Pero el Gobierno está bombeando cada vez más: 526.000 barriles diarios de media en el primer trimestre de 2019, 530.000 en el segundo y 543.000 en el tercero, según las cifras de fuentes secundarias incluidas en el último informe trimestral del cartel.

Venezuela, irrelevante

La marcha de Ecuador sigue a la de Catar, que dejó la OPEP a comienzos de este año, pues la organización ha dejado de ser un club de productores para ser algo plenamente dominado por Arabia Saudí.

La decrecida capacidad de otros socios de modular su producción para influir en los precios deja a la OPEP casi sin más músculo que el de Riad. Los 9,45 millones de barriles diarios saudís (según datos de la OPEP del tercer trimestre) suponen un tercio de la producción total de la organización. Es la producción saudí la que realmente aporta fuerza a este cartel y puede condicionar la cotización mundial del crudo, junto con los volúmenes de los dos grandes productores de fuera de la OPEP: Estados Unidos, que gracias al frácking se ha convertido en el primer productor (12,19 millones de barriles diarios de media en 2019) y Rusia (11.41 millones).

En realidad está siendo la coordinación entre Riad y Moscú la que actúa de palanca para la subida de precios, como se ha puesto de manifiesto las últimas rondas de negociaciones entre la OPEP, Rusia y otros aliados (encuentros que han pasado a denominarse OPEP+) para reducir el bombeo.

Así, pues, la OPEP ha perdido el valor que como instrumento amplificador tenía para los saudís, al tiempo que la mayor dependencia de las políticas de la organización respecto de los volúmenes de producción saudís ha hecho que otros socios puedan resentir su irrelevancia o un excesivo seguidismo de Riad, como es el caso de Catar, ya enfrentado estratégicamente a Arabia Saudí. Catar justifica su marcha por el deseo de concentrarse en el sector del gas, que globalmente tiene un futuro más brillante que el del petróleo, algo que también tiene que ver con el momentum quizás perdido de la OPEP.

La OPEP nació en 1960 con el objetivo de los países fundadores de poder controlar los precios del crudo. Hoy, sin embargo, la OPEP cumple con dificultad su misión fundacional. Responsable solo del 30% de la producción mundial, debido al peso adquirido por actores externos a la organización, como Rusia y últimamente Estados Unidos, su incidencia en las grandes cifras del sector petrolero mundial ha disminuido. Cierto que Arabia Saudí sigue condicionándolas, pero el menor poder de los gobiernos de Irak, Irán, Venezuela o Libia sobre sus producciones y exportaciones hace que Riad no tenga socios verdaderamente determinantes en la OPEP para desencadenar un movimiento de precios, de forma que la organización está cayendo en la irrelevancia para los saudís.

Colombia produce más que Pdvsa

A pesar de contar con las mayores reservas de crudo del mundo (un 24,9% del total) Venezuela está arruinando su sector petrolero, sin capacidad para incrementar producción, cuyo volumen se ha reducido a un tercio en apenas veinte años, situándose por debajo de la simbólica cifra del millón de barriles diarios. Las reducciones de cuota acordadas para Venezuela en el seno de la OPEP desde 2017 en realidad encubren un descenso que en cualquier caso iba a ocurrir.

En estos momentos, lejos de su posición dominante, Venezuela ha pasado a ser el cuarto productor de petróleo de Latinoamérica, por detrás de Brasil, México e incluso Colombia, cuya petrolera, Ecopetrol, sobrepasó en producción a Pdvsa en el primer trimestre de este año. De un bombeo de 3,2 millones de barriles diarios en el momento de la llegada de Hugo Chávez al poder, Pdvsa extrajo 0,71 millones diarios en el tercer trimestre de 2019 (la cifra es de fuentes secundarias; en cualquier caso, el propio Gobierno venezolano reportó 0,86 millones).

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