Duelo de radicales en EE.UU. por el alma política de la Unión Europea

Las nuevas fuerzas que movilizan Sanders y Bannon buscan extender en la UE su batalla contra el bipartidismo, desde fuera o desde dentro con primarias

David Alandete

Ante la atenta mirada de Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, el senador norteamericano Bernie Sanders y el economista griego Yanis Varufakis lanzaron hace apenas un mes en el estado norteamericano de Vermont un movimiento global con el que asaltar las instituciones internacionales para transformarlas desde dentro, nacionalizando recursos, combatiendo la austeridad y subiendo impuestos. Su mirada estaba puesta, sobre todo, en Europa.

Según Varufakis, ese movimiento lleva gestándose tiempo: «Hace apenas unos años, muchos progresistas pensábamos que los partidos políticos como los laboristas del Reino Unido y los demócratas de EE.UU. eran incapaces de redimirse. Pero los nuevos movimientos de base están luchando ahora para recuperar el control de esos mismos partidos a nivel local, estatal y nacional». El movimiento de Varufakis, asociado ahora a Sanders, colabora con Podemos y con abogados del entorno de Baltasar Garzón, como Renata Ávila.

En su peregrinación a Vermont, el feudo de Sanders, los políticos de la nueva izquierda populista europea se cruzan constantemente con Steve Bannon, baluarte del nuevo populismo nacionalista, que tras aupar a Donald Trump a la presidencia de EE.UU., lleva seis meses intentando consolidar una coalición de partidos ultraderechistas en Europa.

Bannon se ha unido al político nacionalista belga Mischaël Modrikamen para lanzar El Movimiento, una coalición a la que han invitado a La Liga italiana, el Frente Nacional francés y Vox en España. Sus objetivos compartidos, definidos por Modrikamen, son «el control de las fronteras, la inmigración y el islamismo radical». La voluntad de Modrikamen es unir a estas fuerzas desde las elecciones europeas de mayo.

Márgenes del sistema

Bannon, empeñado en extender su populismo nacionalista por Europa, está en contacto con la ejecutiva de Vox a través de Rafael Bardají, con el que se reunió en abril durante una visita de este último a Washington. Asesorando a Vox y sus partidos hermanos hay, además, otras fuerzas mucho más influyentes en Washington hoy en día, como la Fundación Heritage, cuyos directivos tienen línea directa con Trump y la Casa Blanca.

Roto el bipartidismo, las elecciones en Europa y EE.UU. se deciden hoy en torno a ideas que hace sólo unos años estaban relegadas a los márgenes del sistema, como muros para repeler a los inmigrantes, el desmantelamiento de la administración pública, la ruptura constitucional, impuestos de más del 70% e incluso salarios máximos para todos los trabajadores. Algo, sin embargo, une a esos radicalismos de derecha e izquierda: su rechazo a la globalización.

Según John B. Judis, referente del estudio de los populismos y autor de «El resurgimiento del nacionalismo», estos en realidad conectan con sus votantes a través de una noción radical del nacionalismo. «Quieren unir a una nación prototípica (los verdaderos americanos, los verdaderos polacos) contra un enemigo interior que amenaza la unidad e integridad de la nación». Ahí entran las apelaciones de un partido como Vox a la España verdadera o de Bannon a la América olvidada. Judis añade que otro tipo de nacionalismo, similar, «quiere unir a una parte, con un territorio y cultura común, contra el resto de la nación. Es la vía del independentismo catalán o escocés».

España es también víctima del otro gran problema de la globalización: la reacción de una parte de la clase obrera que se considera perjudicada y se rebela contra un orden internacional injusto. ¿No decía Pablo Iglesias en sus primeras elecciones europeas en 2014 que el euro no sirve y que hay que democratizar la economía? Judis lo recuerda: «Partidos populistas como Syriza en Grecia, Podemos en España, el Frente National en Francia y el Movimiento Cinco Estrellas en Italia, así como la secesionista Liga del Norte, han sembrado dudas sobre el euro y la UE. Gran parte de su ira se ha dirigido a Alemania, a la que acusaban de controlar las finanzas de la zona euro». Iglesias y Podemos han expresado frecuentemente su admiración por Sanders, que en su juventud alumbró ideas como un tipo marginal superior de impuesto sobre la renta del 100% para que nadie gane más de un millón de dólares.

Estas nuevas fuerzas, a derecha e izquierda, están aniquilando al bipartidismo o bien desde fuera -el populismo de Podemos al proponer un salario máximo o de Vox al exigir la desmantelación de gran parte de la administración autonómica- o bien desde dentro, con procesos de primarias que han llevado a lo más alto a candidatos que hasta hace sólo unos años eran, como sus ideas, marginales, como Jeremy Corbyn en Reino Unido o el propio Trump en Estados Unidos.

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