Dimite el asesor electoral de Corbyn en medio de un laborismo en crisis
El congreso de los laboristas se ha convertido en un campo de batalla
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Jeremy Corbyn «es incapaz de ganar unas elecciones». Al menos eso piensa Andy Fisher, que ha anunciado que dejará su cargo como asesor electoral en medio de los intentos del líder laborista de cerrar la brecha que se ha abierto en el partido, en gran parte a cuenta del Brexit, pero que contrario a sus intenciones cada vez parece hacerse más grande.
La tibieza de Corbyn con respecto a su postura sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea saca de quicio hasta a sus más allegados. Es el caso de Fisher, que en un documento muy duro que ha sido citado por el periódico «The Sunday Times», señala además que Corbyn «se ha rodeado de un equipo sin profesionalismo, sin competencia y sin decencia humana».
Esta renuncia se produce en medio del congreso anual del partido en Brighton, al sur de Inglaterra, que empezó el pasado sábado y será clausurado el miércoles con un discurso del político, tan esperado por unos como irrelevante para otros, que sugieren que será solo uno más en su interminable lista de contradicciones.
Se calcula que el evento se saldará con la asistencia de más de 13.000 personas , lo que para el líder podría suponer una oportunidad idónea para apaciguar los caldeados ánimos y aclarar de una vez su postura.
Sin embargo, en los dos primeros días ya han quedado más que claras las fuertes divisiones internas por las que atraviesa la formación y el congreso es más bien un campo de batalla. Así, la conferencia empezó con el intento de Jon Lansman de eliminar la posición de «número dos» del partido, ocupada por Tom Watson, con una moción presentada ante el Comité Ejecutivo Nacional, aunque Corbyn le puso freno a la votación que decidiría si se eliminaba o no el cargo.
Esto, pese a que Watson y Corbyn no son precisamente amigos íntimos y han protagonizado algunos encontronazos, ya que Watson es partidario de que los laboristas se posición como un bloque «propermanencia» en la UE e incluso se ha mostrado a favor de un segundo referéndum. Watson calificó la moción en contra de su cargo de «ataque sectario», idea que fue secundada por otras voces relevantes, como la del ex primer ministro Tony Blair, que vieron en el intento un acto «antidemocrático» y «políticamente peligroso».
A favor de un segundo referéndum se ha mostrado dispuesto también Corbyn, aunque en otro sentido. Su último plan, publicado esta semana en el diario «The Guardian», sería evitar una salida de la UE sin acuerdo y, tras ganar su partido unas elecciones anticipadas y hacerse con el cargo de primer ministro, llegar por fin a un acuerdo con Bruselas sobre el Brexit que una vez aceptado por las partes sería sometido a una consulta popular en la que además se volvería a preguntar a la gente su prefiere irse o quedarse.
Regular en las encuestas
Corbyn asegura que para esta votación mantendría «una posición neutral». Posición que aparentemente ha querido mantener siempre, pero que en definitiva lo ha llevado a moverse dentro de los límites de una ambigüedad insoportable que ha provocado el enfado tanto de líderes como de afiliados.
De hecho, estos últimos han presentado más de 80 mociones para pedir que en el manifiesto final del congreso el partido se posicione como pro europeo.
Todo este panorama choca de frente con la idea con la que Corbyn llegó al congreso: «Nuestra conferencia estará totalmente unida para derrotar a este gobierno conservador».
La oposición británica podría haberse agarrado al refrán de que en río revuelto, ganancia de pescadores, pero en las revueltas aguas de la política británica actualmente el único que parece seguir ganando es Boris Johnson, ya que según la última encuesta del portal YouGov para «The Times» la intención de voto para los conservadores estaría en un 33% mientras que para los laboristas sería de un 22%.
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