Diez años después de los ataques de Breivik, Noruega se une contra el odio
El país conmemora el décimo aniversario de los atentados perpetrados por el extremista de derecha Anders Behring Breivik, que dejaron 77 muertos en 2011
Noruega se comprometió a luchar unida contra el odio este jueves, al cumplirse el décimo aniversario de los atentados perpetrados por el extremista de derecha Anders Behring Breivik , que dejaron 77 muertos en 2011.
«El odio no puede quedar sin respuesta», declaró la primera ministra noruega Erna Solberg durante el primer homenaje de la jornada, que tuvo lugar cerca de la sede del gobierno en Oslo.
Fue aquí donde Breivik comenzó su matanza haciendo explotar una potente bomba de 950 kilos que dejó 8 muertos. Después, disfrazado de policía, abrió fuego en la pequeña isla de Utoya contra una reunión de la Liga Laborista Juvenil (AUF), dejando 69 víctimas, la mayoría adolescentes.
Varias ceremonias de conmemoración están previstas durante este día para recordar el que es el crimen más sangriento en este país desde el final de la Segunda Guerra mundial.
Solberg, que habló ante supervivientes y familiares de las víctimas, destacó los avances desde hace diez años de los servicios de seguridad en su lucha contra todas las formas de extremismo.
«El muro de contención más importante es el que tenemos que construir en cada uno de nosotros», dijo la dirigente conservadora, añadiendo que esto servirá «para reforzar el muro contra la intolerancia y los discursos de odio».
Hablan los supervivientes
Muchos de los supervivientes de la matanza de la isla de Utoya consideran que, diez años después, Noruega no ha hecho todavía un proceso contra la ideología de extrema derecha que está detrás de los ataques.
«El racismo y el extremismo mortífero de derechas siguen presentes entre nosotros», destacó Astrid Eide Hoem , una superviviente que ahora dirige las AUF.
«Están en Internet, en la mesa durante la comida, en muchas personas muy escuchadas», agregó. «Es ahora, una vez por todas, que tenemos que afirmar que no aceptamos más el racismo , que no aceptamos el odio».
Poco después de los atentados ocurridos durante su mandato, Jens Stoltenberg , entonces primer ministro laborista y actual jefe de la OTAN, prometió responder con «más democracia» y «más humanidad».
A mediodía (10:00 horas) sonarán todas las campanas del país y la jornada concluirá con un concierto y un discurso del rey Harald.
Vientiún años de prisión
El extremista fue condenado en 2012 a 21 años de prisión , una pena que puede prorrogarse indefinidamente, y pasará probablemente el resto de su vida entre rejas.
Pero ha tenido seguidores: su sombra se cierne sobre varios atentados, incluidos los dirigidos contra mezquitas, como el de Christchurch (Nueva Zelanda) que dejó 51 muertos .
«Las ideas de extrema derecha que inspiraron el ataque siguen siendo una fuerza motriz para los extremistas de derecha en el país y en el extranjero y han inspirado varios ataques terroristas en la última década», advirtió esta semana el servicio de inteligencia noruego (PST).
El martes, justo dos días antes del aniversario, un monumento a la primera víctima mortal del racismo en Noruega, Benjamin Hermansen , asesinado por neonazis en 2001, fue objeto de vandalismo con la inscripción «Breivik tenía razón».
El monumento nacional a las víctimas de Breivik, en la orilla del lago Tyrifjorden, donde se ubica Utoya, aún no está terminado. La causa es el covid-19 pero también de las repetidas disputas con el vecindario. A pesar del paso del tiempo, las heridas siguen abiertas.
Heridas abiertas
Según un estudio publicado recientemente por el Centro Nacional sobre el Estrés y la Violencia Traumática (NKVTS), un tercio de los supervivientes de Utoya seguían sufriendo el año pasado trastornos importantes como estrés postraumático, ansiedad, depresión o dolores de cabeza.
«Está claro que cuando has pasado por algo así, no vuelves a ser la persona que eras antes», dice Astrid Eide Hoem. «Tengo problemas para dormir, tengo miedo. Y creo que tendré que vivir con ello el resto de mi vida». Además, muchos supervivientes siguen recibiendo amenazas y mensajes de odio.
«Sé que alguien intentó matarme por mis creencias», dice una de las víctimas, Elin L'Estrange . «Así que si hoy alguien me dice que quiere verme muerta, me lo tomo muy en serio, aunque no lo sea necesariamente».
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