Los detenidos liberados en Minsk denuncian haber sufrido torturas en la cárcel
Nuevos colectivos se suman a las protestas en Bielorrusia para exigir el fin de la represión y que Lukashenko se vaya
Los trabajadores de numerosas fábricas, los médicos y algunos colectivos del mundo del arte y de la cultura se unieron este viernes a la demanda de que el presidente Alexánder Lukashenko cese la violencia contra los manifestantes y entregue el poder. Hasta la Iglesia Ortodoxa ha pedido al déspota que pare la represión. Aunque la sociedad bielorrusa está dividida, cada vez son más los que creen que hay que buscar una salida negociada a la actual crisis porque entienden que los resultados de los comicios del domingo fueron efectivamente manipulados.
Mientras tanto, las calles de las principales ciudades del país, por sexto día consecutivo, se llenaron otra vez de ciudadanos pacíficos condenando la actuación de los antidisturbios y exigiendo unas nuevas elecciones. En este contexto, este viernes continuó la liberación de detenidos que comenzó el jueves por la noche. A los mil primeros que salieron de los calabozos se unieron otros mil, muchos de los cuales han denunciado torturas, vejaciones y condiciones insufribles en unos centros de detención abarrotados e insalubres.
Las autoridades reconocen que se practicaron casi 7.000 arrestos desde el domingo, con lo que son todavía muchos los que permanecen en las mazmorras. Activistas bielorrusos residentes en Cataluña aseguraron que entre los confinados en el centro de detención de Okréstina, en la parte suroeste de Minsk, había una pareja española, extremo que el Consulado español está comprobando.
Amenazas de violación y golpes
En declaraciones a los medios de comunicación bielorrusos, varias jóvenes aseguraron que fueron amenazadas de violación y las golpearon sin piedad. La organización Amnistía Internacional sostiene también que hubo abusos con las mujeres y a muchos hombres les desnudaron y les obligados a andar a cuatro patas mientras eran apaleados brutalmente con porras. Denunciaron también que a los arrestados no se les dio alimentos ni agua. Fotografías de sus cuerpos magullados, llenos de hematomas e incluso con cortes aún sangrantes fueron publicadas en numerosas publicaciones digitales.
El ministro del Interior bielorruso, Yuri Karáev , negó abiertamente que se haya torturado a nadie aunque reconoció que «pagaron justos por pecadores». «Hubo gente pacífica que fue detenida sin motivo», admitió, e incluso pidió perdón por ello. La organización de defensa de los derechos humanos bielorrusa, Viasna, exigió que se acelere la puesta en libertad de los que siguen detenidos, a lo que Karáev respondió que entre los manifestantes había activistas agresivos que hirieron a más de medio centenar de policías.
Este viernes se supo que el joven muerto el lunes durante las protestas se llamaba Alexánder Taraikovski , de 34 años y era residente de Minsk.
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